David Silva disfruta de su papel de protagonista principal de la selección española en la Eurocopa 2012. Acoplado a un papel estelar, de goleador oculto con Vicente del Bosque, segundo máximo artillero en la triunfal era del técnico, con quien tras un desencuentro logra su nivel.
“David es el Messi de la selección española”. Fue una frase de Del Bosque en la previa de la Eurocopa de Polonia y Ucrania. Un guiño tras la marejada. Rendido al crecimiento de un futbolista que desde que emigró al fútbol inglés –al Manchester City–, ha multiplicado su carácter competitivo y es más fuerte físicamente.
“Allí no hay pausa. O estás al nivel físico o te barren. En Inglaterra todo va más rápido”, comenta el futbolista canario.
Hace ya nueve meses que Silva sacó los pies del tiesto. Lo hizo con rencor. El guardado en el Mundial 2010. Un momento en el que el mundo del fútbol se detiene y todos quieren ser protagonistas. Pasó de ser titular en el estreno accidentado ante Suiza, a no jugar más hasta los últimos cinco minutos de la semifinal ante Alemania. Disfrutó de la mayor gesta del deporte español, pero se le clavó una espina. Sin entender su rol secundario con Del Bosque en Sudáfrica.
Con Luis Aragonés fue pieza clave del éxito. De debutar el 15 de noviembre de 2006 en Cádiz, ante Rumanía, hasta ser indiscutible en el engranaje ofensivo de la España que conquistó la Eurocopa 2008. Un camino de continuidad y confianza. Imagen con Andrés Iniesta y Xavi Hernández de la generación de bajitos que cambiaría la historia del fútbol español.
Silva es el goleador oculto de la era Del Bosque. Con él comenzaron las pruebas de falso nueve. Respondió con tantos. Siempre aliado con el gol. De los 17 que ha marcado como internacional en 60 partidos, 14 han sido con Vicente del Bosque.
