OPINIÓN
El viernes el Cascarita Tapia se llenó, y no vi a nadie regalando TV, ni patadas de medio tiempo ni promociones de 2x para llevar gente al juego.
Simplemente la fanaticada llegó al campo de juego por un simple hecho: querían ver a sus equipos en acción y punto.
La barra placina se colocó del lado del Rommel Fernández y la barra académica más cerca del Roberto Durán. En el medio de la grada se ubicó la policía para dividir las aficiones. A los 15 del primer tiempo ya no cabía más nadie en el pequeño recinto, tuvieron que cerrar las puertas de acceso y muchos se regresaron bravos a su casa mientras que otros reclamaban por qué no hicieron el juego en el más amplio Rommel Fernández.
La gente va al estadio a ver fútbol, simple y sencillo. Va porque está identificada con su equipo, lo quiere y lo sigue. No serán miles de aficionados, pero hay gente fiel y apasionada por sus colores y aunque el Plaza juegue con suéter parecido al Tauro, sigue siendo el Plaza, jejeje.
El partido llevó cerca de 900 fanáticos, la capacidad total del mini-Rommel, pero el ambiente era de las grandes ocasiones.
Plaza se puso 2-0, Sporting lo empató con dos cabezazos de Yairo Yau 2-2. Plaza se quedó con 10 por la doble amarilla a Castillo, Sporting buscaba el triunfo y Roberto Moreno pitó penal contra Arrue en lance que parecía fuera del área.
El arquero Alex Rodríguez tapó el penal de Vergara, pero Juan Ramón Solís metió el rebote para el 3-2.
La fanaticada se fue contenta, el espectáculo fue doble, en la grada y en la cancha. Ojalá que esto siga así.... ¡Saluuuudos!
