El fantasma del escupitajo ronda aún a Roberto Alomar

El fantasma del escupitajo ronda aún a Roberto Alomar
El boricua Roberto Alomar jugará en el 2002 con los Mets

Miami, Estados Unidos.- Aunque absurdo, el puertorriqueño Roberto Alomar aún sigue perseguido por el fantasma de un escupitajo.

El lamentable incidente que ocurrió hace cinco años cuando Alomar escupió el rostro del árbitro John Hirschbeck tras una discusión en el plato sigue, innecesariamente, siendo objeto de discusión cada vez que se habla del talentoso segunda base.

Alomar, nuevo miembro de los Mets, fue presentado a la prensa neoyorkina esta semana y nuevamente fue acribillado con las mismas preguntas gastadas.

"¿Fue aquello (el salivazo) lo que marcó el punto más bajo de tu carrera?", le inquirieron al camarero durante la rueda de prensa.

Entonces, el hombre marcado por un error ya superado tuvo que volver a batir el barro de aquella triste jornada.

"¿Mi punto más bajo...?". "Mi punto más bajo fue cuando pensaron que era una mala persona. Fue entonces cuando necesitaba amigos, personas que te amaran", respondió.

Para muchos analistas, Alomar es el mejor segunda base de todos los tiempos y uno de los peloteros más completos de nuestra era.

Con un promedio vitalicio de .306, el toletero ambidiestro ha bateado para .300 o más en nueve de las últimas 10 temporadas, ha ganado cuatro Guantes de Oro y participado en 11 Juegos de Estrellas.

Seguro miembro del Salón de la Fama en el futuro, empero, muchos periodistas insisten en sacar del baúl del olvido ese triste 26 de septiembre de 1996 cuando Hirschbeck le cantó un tercer strike dudoso al boricua y luego se soltaron los demonios de la insensatez.

En defensa de Alomar y en espera de limpiar su memoria de una buena vez, recordaremos el incidente y agregaremos detalles quizás desconocidos hasta ahora del mismo.

Sin duda alguna, el nativo de Ponce cometió un terrible error al escupir la cara del árbitro luego que este lo expulsara del partido y aparentemente lo insultara duramente.

El propio Alomar, miembro en ese momento de los Orioles, admitió su gruesa falla y pidió disculpas, pero Hirschbeck incluso amenazó con asesinarlo.

Hasta entonces respetado como un pelotero y ciudadano modelo, Alomar fue rápidamente colocado en el mismo pedestal de los atletas arrogantes e insensibles que simplemente se creen superiores al resto de los mortales.

"Perdí la cabeza en el fragor de la batalla. Lo siento", dijo poco después de lo ocurrido. "El (Hirschbeck ) tiene un problema familiar desde que su hijo murió. Se ha transformado en una persona irritable", agregó.

Alomar nunca explicó propiamente qué le dijo Hirschbeck durante el altercado. Algunos han sugerido que se trató de un insulto de carácter racial o un argumento cuestionando la sexualidad del jugador.

Lo que muchos no sabían era que el hijo de Hirschbeck, John Drew, había muerto en 1993 cuando tenía ocho años de una rara enfermedad del cerebro conocida como adrenoleucodistrofia (ALD).

Alomar fue suspendido solo por cinco juegos, pero el hedor del escupitazo lo acompañó a todas partes.

La gente pronto olvidó que se trataba de un extraordinario pelotero seleccionado siete veces para el Juego de Estrellas y comenzaron a abuchearlo. Fueron días de pesadilla para el puertorriqueño y muchos pensaron que su carrera había terminado.

En la temporada siguiente, sin embargo, Alomar bateó para .333 y de nueva cuenta fue seleccionado para el clásico de medio año. Desde entonces ha jugado en siete.

La campaña pasada tuvo un promedio de .336, el más alto de su carrera, y nuevamente disfrutó del mejor porcentaje de fildeo para un segunda base (con .987 tiene el más alto promedio defensivo de un intermedista en la historia).

A sus 34 años, hoy el ponceño parece haber superado un incidente que a cualquier otro hubiese liquidado y particularmente por las ramificaciones que tuvo.

Por más de dos años luego de la discusión, Alomar e Hirschbeck no se hablaron.

"Quería hablarle", dijo Alomar esta semana. "Quería decirle algo, pero no sabía cómo reaccionaría. Entonces John me habló", añadió.

Fue en mayo de 1999. "Hey Robbie", lo llamó Hirschbeck en el terreno. "¿Cómo estás?" Entonces Alomar se le acercó y le estrechó la mano.

Desde entonces han sido grandes amigos y el segundo ha contribuido con más de 50,000 dólares para combatir el ALD.

El jugador ha donado objetos personales que luego han sido subastados a beneficio de la institución de caridad que dirige Hirschbeck, cuyos otros tres hijos, Michael, Erin y Megan, también sufren de ALD.

"Si algún día logran encontrar la cura del ALD, ese será el día más feliz de mi vida", señala Alomar, quien espera comenzar una nueva vida en Nueva York.

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