La última desgracia en Atlanta no tiene nombre.
Una ciudad acostumbrada a los fiascos en el deporte se encaminaba placenteramente a su primer campeonato del Super Bowl.
Le ganaban a Tom Brady y a los todopoderosos Patriots de New England por 25 puntos.
Los preparativos de los festejos en Atlanta estaban en marcha ante la certeza de que al fin iban a olvidarse de tantos fracasos deportivos. Pero como una cruel broma del destino, sufrieron el mayor desplome de todos. Uno que los marcará por mucho, mucho tiempo.
“Estoy como anestesiado”, dijo el safety de los Falcons Ricardo Allen. “No sé cómo reaccionar. Me siento roto por dentro, porque no somos así. Estoy como anestesiado ante el golpe. Es terrible. De las peores sensaciones que he vivido. No soy alguien que tiende a olvidar rápido. Lo más seguro es que nunca lo olvidaré. Siempre me perseguirá".
Los Falcons fueron víctimas de una sensacional remontada orquestada por Brady, quien con un par de touchdowns y otro par de conversiones de dos puntos forzó el primer tiempo extra en la historia del Super Bowl. A partir de ese momento, todo fue una mera formalidad.
En Atlanta, esta debacle se suma a una lista que incluye el 6-0 que los Bravos dilapidaron en el cuarto partido de la Serie Mundial de béisbol en 1996; la oportunidad que tuvieron los Hawks de eliminar a Larry Bird y los Celtics de Boston en los playoff de la NBA en 1988; y Danny White llevando a los Cowboys de Dallas a una remontada de 10 puntos en el último cuarto para vencer a los Falcons en un juego de playoff en 1981.
Pero la decepción por esta derrota no tiene punto de comparación.
