Es la frase que aún tenemos en mente la gran cantidad de seguidores del Mundial de Fútbol que acaba de concluir en Corea y Japón, deseosos de seguir viviendo la euforia, la pasión y la alegría, que ha generado este exitoso evento.
Sin duda alguna, el deporte ha demostrado una vez más que es un importante componente de nuestras vidas, ya que consigue extraer de nosotros sentimientos positivos que otros componentes (como la política) no logran conseguir, aunque se esmeren.
Y me refiero al sentimiento de solidaridad, la unión de un país en apoyo a sus jugadores, el apoyo latinoamericano por el triunfo de uno de sus países, el sentimiento de alegría y felicidad contagiosa que obliga a la gente a salir a las calles a festejar, a saltar, a bailar, olvidando por un momento los problemas que a diario se tienen que enfrentar.
Si le diéramos el valor que se merece a la actividad deportiva, quizás resolveríamos muchos conflictos y tendríamos una población más sana de espíritu y mente.
Este Mundial de Corea y Japón, ha sido particularmente especial por varias razones: por primera vez se realiza un mundial de fútbol en el continente asiático, es el primer mundial del siglo XXI y es la primera vez que su sede se comparte entre dos países.
Por otra parte, se ha tenido una organización excelente y se ha contado con una infraestructura deportiva tremendamente moderna y cómoda, evidenciando la calidad de vida que ambos gobiernos le brindan a sus pueblos.
En el plano nacional el deporte del fútbol está ocupando un segundo lugar a nivel de la afición, después del béisbol, y como pudimos observar cuenta con un gran número de comentaristas deportivos que se han especializado en dicho deporte, que conocen a los jugadores, las técnicas, las faltas, pueden opinar del arbitraje, del club a que pertenece cada jugador, los dueños de los clubes, la historia de los goles o de las goleadas, los pormenores de la vestimenta de los atletas, etc. Son unos verdaderos especialistas que pueden durar horas hablando del fútbol.
Lo que nos parece extraño o inusual es la ausencia de los dirigentes del fútbol panameño en estas Copas del Mundo. Me parece que por lo menos podrían aparecer haciendo uno que otro comentario, ya que después de todo, estos eventos son organizados por la FIFA (organismo rector del fútbol en el mundo), la cual aglutina a todas las organizaciones nacionales de fútbol del mundo, dicta las reglas, ofrece apoyo financiero y es reconocida por el Comité Olímpico Internacional.
Los representantes del fútbol panameño deben estar orgullosos de ver el apoyo masivo de las personas a estos eventos y aprovechar estas oportunidades que se dan cada cuatro años para exaltar este deporte en Panamá y presentar a la faz pública su situación, a fin de llamar la atención en un momento de entusiasmo temporal por el deporte y comprometer a nuestros gobernantes del constante apoyo que deben suministrar para lograr los mejores resultados de nuestros atletas.
