Cuatro años después de que Beijing organizara unos espectaculares Juegos Olímpicos, la capital china disfruta de las grandes mejoras en transporte e infraestructura, pero muchas de las sedes construidas para la cita languidecen sin uso ni reciben atención, además de ser una carga para las finanzas públicas.
Las joyas de la corona fueron dos edificios de impresionante arquitectura: el gran estadio Nido de Pájaro y el centro acuático Cubo de Agua, descritos por el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, como sedes “hermosas” y “sin precedentes”. “La exitosa organización de los Juegos no fue solo espléndida para el deporte chino, (...) excitó la pasión de mil millones de personas por el deporte”, dijo el ministro chino de Deportes, Liu Peng, citado el año pasado por medios estatales para resumir el legado de los Juegos para la ciudad.
Pero aún hoy, ambas instalaciones son más conocidas por el constante flujo de turistas curiosos que atraen, que como sedes de grandes torneos deportivos. Se estima que al ritmo actual, llevará tres décadas recuperar los 480 millones de dólares que costó construirlo.
El vecino Cubo de Agua perdió unos 16.5 millones de dólares el año pasado, pese a un subsidio estatal y los ingresos de un parque acuático adyacente construido tras los Juegos. Otras sedes han tenido mucha peor suerte. Las de kayak y remo, por ejemplo, están prácticamente abandonadas, algo explicado en parte porque esos deportes no son populares en China. Algunas instalaciones, como las de tenis de mesa o lucha, se construyeron en universidades. “Se les dieron estas enormes instalaciones y no tenían experiencia en gestión de torneos, explicó Susan Brownell, profesora y experta en deporte chino en la Universidad de Missouri-St. Louis.
