La pelea a bofetadas entre los internacionales Vicente y Carlos Puyol abrió heridas en el seno de la selección española, que vive tiempos convulsos.
Ayer todos los integrantes de la selección se esforzaron en minimizar el hecho, pero la prensa no creyó las explicaciones. De hecho, el partido de hoy ante San Marino quedó en un segundo plano y todas las emisoras de radio abrieron sus programas comentando lo sucedido en el entrenamiento.
El hecho sucedió el lunes. Puyol realizó una entrada sobre Vicente y éste se revolvió, culminando la disputa en una abierta pelea.
"Es algo normal a lo que se ha dado más trascendencia de la que tiene. Estas cosas se arreglan en la cocina, hablando y sin convertir esto en un ‘show’ televisivo", dijo hoy Luis Aragonés, el seleccionador.
El técnico prosiguió: "Ellos hablaron y yo hablé con ellos, luego se abrazaron, todo solucionado". La prensa, incrédula, insistió: ¿"De verdad se abrazaron?". Y Aragonés rectificó: "Bueno, no sé si se abrazaron, pero todo se arregló".
Pero pocos creyeron las explicaciones, una sensación alimentada por la renuncia de Puyol y de Vicente a dar su versión ante los medios de comunicación. De hecho, los dos futbolistas se obviaron en el aeropuerto, poco antes de viajar hacia San Marino.
Es más, los medios de comunicación indagaron en las relaciones entre ambos futbolistas y, citando fuentes del equipo, aseguran que no se tratan. Y los más atrevidos se atreven a anunciar que el vestuario está fracturado, aunque existen pocos datos de tal aseveración.
La pelea queda magnificada por el mal momento que atraviesa la selección, que está viviendo una odisea para clasificarse para el Mundial. Su destino parece abocado a prolongar la agonía, salvo milagro, pues el futuro más probable es la repesca.
