“Si no pueden derrotarlo, póngalo en retención”, piensan muchos serbios que siguen con rencor el tratamiento en Australia de su compatriota Novak Djokovic, No.1 mundial del tenis, quien espera, confinado, el desenlace de la controversia sobre su visado.
“Lo que este hombre está viviendo es una vergüenza”, dijo Dusan Stojic, un jubilado de 67 años que acudió a una concentración de apoyo al tenista ante el Parlamento serbio, antes de ponerse a llorar.
A miles de kilómetros de Melbourne, los serbios se reúnen en Belgrado para apoyar al campeón nacional, a petición de su padre.
“Mi hijo está en prisión desde hace tres días. Es el mejor deportista del mundo. No ha contravenido ninguna ley de ese país”, declaró a la prensa, en el marco de la concentración en Belgrado, Srdjan Djokovic, padre del jugador.
Atacó a continuación al primer ministro australiano, Scott Morrison, al que calificó de “gran sinvergüenza” mediante un juego de palabras, utilizando el nombre del político. El término skot significa “crápula” o “sinvergüenza” en serbio.


