En Panamá, 22 marcas de aceites comestibles se disputan el favor de los consumidores. De esas marcas, ocho son producidas por industrias locales y el resto proviene de la importación.
Para la CLICAC, que realizó recientemente un estudio al respecto, el aceite es un producto considerado de consumo masivo y, como tal, forma parte de la canasta básica familiar.
Respecto a los precios, los consumidores han sido beneficiados por los bajos aranceles y los productores locales han tenido que fijar precios competitivos.
En el año 2000 se emitió un decreto para modificar los aranceles de los aceites de soya, linaza y maíz.
A partir del 19 de febrero de 2000, el arancel que se debía pagar era de 2%; a partir de enero del 2001 quedó en un 1%, y a partir de enero del 2002 es libre.
Dentro de las empresas nacionales se encuentran la Industria Panamá Boston, S.A., la Compañía Panameña de Aceite, y la Extractora del Barú, S.A.
Sobre el comportamiento del consumo, el estudio elaborado por la analista de mercado Inés M. Tejada muestra que el consumo de aceite vegetal importado se ha incrementado, mientras que el de aceite de maíz ha disminuido.
En el período 1999-2000, el aceite vegetal registró un repunte de 136.85%, mientras que de 1999 al 2000 se dio una disminución de 63.84% en la importación de aceite de maíz.
Otro tanto ocurre con el aceite de girasol, cártamo o de algodón, que en el período 1999 al 2000 decreció en 80.47%.
El informe incluye los resultados de una investigación realizada en varios supermercados de la ciudad de Panamá. Se determinó que de los aceites importados, la mayoría proviene de Estados Unidos, Costa Rica, Puerto Rico, España y Argentina.
El estudio describe también la cadena de comercialización local del aceite comestible y precisa que los precios se afectan por los costos del combustible utilizados en el transporte.
La cadena la integran cuatro tipos de agentes: el extractor, la cooperativa, la procesadora y la distribuidora.
Algunas formas de comercialización son más complicadas que otras, porque algunos productos llegan a los supermercados directamente de la planta productora, mientras que otros productos deben pasar por transacciones entre la extractora, la cooperativa y la productora.
