Muchos han respondido a crisis alimentarias creando bancos de alimentos, que actúan como puentes recogiendo los sobrantes de mercados y restaurantes y llevándolos a instituciones de caridad.
Es el caso de la ONG Banco de Alimentos de Brasil, que opera desde 1998 y recolecta 35 toneladas de alimentos al mes para repartirlos entre 22 mil personas. Además de repartir la comida, la ONG hace talleres con las instituciones beneficiarias en los que enseña a aprovechar al máximo los alimentos y conciencia sobre cómo minimizar el desperdicio de productos y nutrientes.
En Panamá no se ha pasado de la donación directa a la organización de un banco de alimentos. Para esto haría falta la creación de un marco legal que garantice al beneficiado la salubridad del producto. Brasil usa para esto la Ley del Buen Samaritano, aprobada en 1996.
El Instituto de Mercadeo Agropecuario de Panamá recoge desechos en diferentes puntos de la cadena productiva y los lleva a instituciones de caridad, pero afirma que la práctica debe hacerse con mesura, pues no se pueden dejar caer los precios.
