Una semana después de iniciado el desastre en Japón por el terremoto y posterior tsunami, su impacto en los fabricantes de vehículos en todo el mundo está empeorando.
La mayor parte de la industria automotriz de Japón está detenida. Las plantas de ensamblaje desde Luisiana a Tailandia tienen escasez de partes japonesas. Las plantas paradas le cuestan a las compañías cientos de millones de dólares. Y los distribuidores de autos de Estados Unidos están preocupados porque se quedarán sin los vehículos que ordenaron en este trimestre.
Si las fábricas de partes automotrices en Japón permanecen cerradas durante varias semanas más, los distribuidores y manufactureros sentirán efectos más profundos: menos autos, menos ingresos y clientes molestos.
Los analistas dicen que es demasiado temprano para calcular el costo a la industria en general; pero Goldman Sachs calcula que el paro de producción está costando a los fabricantes japoneses más de 150 millones de dólares diarios.
Aun si las plantas de autos de Japón logran retomar en las próximas semanas y compensar la producción perdida, las amenazas persistirán. Cientos de proveedores de partes automotrices estaban cerca del epicentro del movimiento telúrico y la marejada que sacudió el noreste del país.
No está claro qué tan rápido podrán alimentar de partes a las plantas de ensamblaje. Incluso después de que retomen operaciones las plantas, la amenaza de apagones _ocasionados por las dañadas nucleoeléctricas de Japón_ podría entorpecer la producción durante meses.
Por lo pronto, la escasez de repuestos electrónicos japoneses obligará a Opel a interrumpir la producción de automóviles en dos plantas en Alemania la semana próxima, informó el viernes la compañía, mientras que Honda retrasará la entrega de pedidos en Estados Unidos debido a los cierres de producción en Japón.

