Haydé, su cuñada Yarisleidy y sus hijos cargaron temprano con algo para comer, jugo y botellas de agua.
En las Playas del Este, a pocos kilómetros de La Habana, el paisaje que las recibió, de arena blanca salteada con pequeñas conchas podría haber sido el de un paraíso... si no fuera por los cúmulos de basura.
“Lo mismo te encuentras cajitas con comida, botellas rotas; dentro del agua paquetes de galletas, plásticos, de todo”, protestó Haydé Lanza, un ama de casa.
El vertido de basura en las playas de Cuba, con gran reconocimiento mundial, es un problema creciente a pesar de campañas de televisión, carteles, nuevos contenedores y exhortos de ambientalistas. Para algunos, es un reflejo de una falta de respeto y cuidado a los bienes públicos que se incrementó en los últimos años en la isla. “Nadie tiene sentido de pertenencia, ni con el medio ambiente ni con la playa ni con nada, dijo Yanelis Silva, de 34 años.
Un fenómeno del que también dan cuenta los turistas, la principal fuente de ingresos para isla, lo cual vuelve a la basura un importante desafío en tanto se espera que los visitantes aumenten por la creciente popularidad del destino en medio del deshielo de las relaciones entre La Habana y Washington, tras más de cinco décadas de enemistad que entorpecían el arribo de estadounidenses a la nación caribeña.
En 2015 la isla recibió 3.5 millones de turistas y espera incrementar a 3.8 millones para 2016. Un buen porcentaje del aumento de los arribos corresponde a estadounidenses que tienen ahora más flexibilidad para viajar a la isla.

