Aunque las bicicletas eléctricas no dejan de generar controversia entre los usuarios de las vías públicas, al no contar con una regulación específica, en los últimos años se ha disparado el número de las que circulan por las calles de Beijing.
Las llamadas e-bikes se introdujeron en China a finales de los años 90 y se han convertido en la mejor solución para sortear los atascos, muy habituales después de que el crecimiento económico de los últimos años haya catapultado al automóvil como el medio de transporte más deseado y símbolo del “alto” estatus social del conductor.
Para aquellos ciudadanos que no pueden permitirse la compra de un vehículo de cuatro ruedas, las bicicletas eléctricas son una opción popular por su conveniencia, eficiencia energética y, sobre todo, su accesibilidad.
Con un precio entre los 160-950 dólares, dependiendo del modelo y sin necesidad de conseguir una licencia para conducirlos -solamente hay que registrarlos en una oficina de tráfico-, estos vehículos silenciosos han inundado las calles de la ciudad y se desplazan habitualmente por los carriles destinados a la bicicleta tradicional.
Yu Qian, un joven que trabaja en el distrito financiero de Beijing, redujo a más de la mitad su tiempo de recorrido hasta la oficina cuando se compró su “An qi er” -ángel en español-, una de las marcas más conocidas de bicicletas eléctricas en China y de apariencia similar a un scooter, 510 dólares.
Aunque las autoridades pequinesas no han querido precisar el número de bicicletas eléctricas que circulan por la ciudad, un estudio reciente de la consultoría Pike Research calcula que China cuenta con 42 millones de estos vehículos, el 89 % del mercado mundial.
