CHICAGO, EU (Bloomberg). Boeing Co. está mejorando los equipos de su caza bombardero F/A-18 y bajando el precio en 20% para tratar de conseguir pedidos internacionales y competir con ciertos modelos del llamado Joint Strike Fighter.
Boeing, el segundo contratista militar estadounidense en importancia, está incorporando en el FA/18 tecnologías creadas durante cinco años para su propia versión del JSF, un caza bombardero común para los servicios armados de Estados Unidos y el Reino Unido.
En octubre, el Departamento de Defensa estadounidense le encomendó la construcción del JSF a Lockheed Martin Corp., la mayor empresa del sector.
Por ejemplo, la modificación de la nariz del F/A-18, conocido como el Super Hornet, o súper avispón, reducirá en 500 mil dólares los 50 millones dólares que cuesta el avión, dijo Tony Parasida, jefe del programa F/A-18 de Boeing.
Las ventas de aviones militares y misiles de Boeing están decayendo y la pérdida del contrato de 200 mil millones para el JSF ha dejado a la división sin un proyecto de alta rentabilidad, por cuanto el plan de reducción de costos emprendido dos años atrás se ha vuelto imprescindible, dijeron los analistas.
Todo lo que se pueda hacer para mejorar la competitividad del Super Hornet será a costa del JSF, dijo Richard Aboulafia, analista del sector aeronáutico en The Teal Group, firma de asesoramiento a las industrias aeroespacial y de defensa. Cada vez que la Armada echa una mirada a sus portaaviones, se dice, ¿Cuántos JSF queremos y cuántos Super Hornets?
El Super Hornet, creado para usar en portaaviones, es el caza bombardero principal de Boeing. Para el 2005, Boeing espera reducir el precio del avión a 40 millones de dólares, e instalarle mejores equipos, incluso un radar nuevo.
El costo al despegue del JSF que excluye el costo del equipo de mantenimiento, los manuales, las piezas de repuesto iniciales y los estudios iniciales es de entre 30 millones y 41 millones de dólares.
La división de aviones militares y misiles de Boeing produjo 12 mil 200 millones de las ventas por 51 mil 300 millones de dólares que la compañía tuvo el año pasado. La pérdida del Joint Strike Fighter obligó a Boeing a reducir su previsión de ventas del 2002 en mil millones de dólares, a 55 mil millones.
La compañía, con sede en Chicago, encara una crisis en su negocio principal, la construcción de aviones comerciales, a causa de los ataques terroristas del 11 de septiembre a Estados Unidos, entre otras razones.
Algunos analistas habían dicho que la puja por el programa del JSF era una contienda de vida o muerte y que el perdedor quedaría desplazado del negocio de los cazas militares a reacción. Aunque el JSF sí establece el predominio de Lockheed, la Armada de los Estados Unidos planea comprar hasta 48 Super Hornets por año, y Boeing ha dicho que tratará de venderle el avión a países tales como Singapur, Malasia y Australia.
No vamos a dejar que este programa se extinga así nada más, dijo Parasida. Estamos tratando de ampliar el negocio. No creo que la gente comprenda cabalmente la capacidad que tenemos.
En agosto, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos aprobó la exportación del Super Hornet, cuya producción a toda máquina empezó el año pasado.
Hasta entonces sólo las fuerzas armadas estadounidenses podían comprar el avión.