Los relojes se atrasarán este fin de semana una hora, dando a la mayoría de estadounidenses una hora extra para dormir. Pero una nueva investigación revela que tienden a gastar menos dinero cuando hay menos horas diarias de luz solar.
Un estudio realizado por el Instituto JPMorgan Chase comparó las compras realizadas por usuarios de tarjetas de crédito y débito con su banco matriz en dos ciudades del suroeste de Estados Unidos: Los Ángeles, que entra y sale del horario de verano, y Phoenix, que sigue el huso horario de la montaña todo el año (GMT -7).
Los Ángeles registró un aumento del 0.9%, en relación con Phoenix, en el gasto diario de tarjeta per cápita durante el mes después del cambio de hora de la primavera en Estados Unidos.
Pero las reducciones del gasto superaron el impulso –cayó un 3.5%– al terminar el tiempo de ahorro de luz y al perder una hora en el otoño a medida que los días se acortan.
Los efectos del gasto varían: Retrasar los relojes en otoño afecta más a los bienes que a los servicios, mientras que el gasto tiende a caer más en los días laborables que los fines de semana, dijo el instituto.

