Movimientos de tierra ocurridos siglos atrás dieron origen a grandes fisuras que formaron en Chiriquí el cañón Macho de Monte, donde hoy se observan rocas volcánicas que la fuerza de la naturaleza arrojó desde lo profundo del Volcán Barú.
El cañón Macho de Monte, una grieta de 96 metros de largo por 30 metros de profundidad y 5 metros de ancho, es el lugar elegido por aquellos que gustan de las emociones fuertes. Allí, los más osados practican descenso libre o de roca en roca solamente atados a una soga.
Sobre el puente, mientras se aprieta el arnés para arrojarse 30 metros abajo, contemplará que en el fondo serpentea un cristalino río entre miles de piedras volcánicas de todo tamaño.
Entrar en la fisura de Macho de Monte es retroceder en el tiempo. Esa es la sensación que se percibe cuando se llega al fondo de la montaña, donde las frías aguas penetran las cuevas que hay en las faldas. Y desde un manantial subterráneo brotan chorros de agua que se proyectan sobre las grandes rocas del río.
Para quienes quieren llenarse de energía o despertar del letargo, lo más indicado es un baño en las frías aguas del río Macho de Monte.
Si opta el descenso libre, caerá 30 metros sin tocar rocas; y si elige la opción de bajar de roca en roca, lo hará saltando de roca en roca asido de la soga hasta caer al fondo.
Pero si no es aficionado a la aventura extrema, entonces pase un rato de solaz admirando las cuevas, los chorros de agua fría y fisuras geológicas de todos los tamaños.

