El Código ISPS, ¿solución o pesadilla?

Como reacción a los ataques terroristas en Estados Unidos el año pasado, el secretario general de la Organización Marítima Internacional (OMI), William O'Neil, explicó los peligros que acechan a la industria marítima, no sólo en cuanto a la seguridad de la vida humana, sino a los desastres que pueden ser provocados.

No han faltado recursos ni esfuerzos en la OMI para poner en marcha un mecanismo acelerado que culmine con la aprobación de un nuevo código obligatorio de Protección Marítima y Portuaria (ISPS), así como ciertas enmiendas a varios capítulos de la Convención sobre la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS).

Jerry Salazar, administrador de la Autoridad Marítima (AMP), aprovechando la presencia en Panamá de Orlando Allard, embajador de Panamá ante la OMI, lo invitó a realizar una serie de presentaciones aquí.

Allard efectuó las presentaciones en la AMP y ante la Cámara Marítima de Panamá y la Autoridad del Canal. Mañana miércoles lo hará ante la Cámara de Comercio, la Asociación Panameña de Derecho Marítimo y otros invitados.

En diciembre del 2002, los países miembros de la OMI realizarán una conferencia sobre seguridad marítima para adoptar las nuevas regulaciones dirigidas a fortalecer la seguridad de las naves y de los puertos.

Según O'Neil, se espera que en esa conferencia se apruebe una reforma a la Convención SOLAS, para proveer el esquema en torno a ciertos puntos operacionales, incluyendo la vulnerabilidad de los puertos.

El Código ISPS Este nuevo código, que debe ser aprobado antes de que concluya este año, será obligatorio y recoge las regulaciones que deben adoptar las naves de servicio internacional y los puertos.

El Código ISPS impone requisitos a las naves en cuanto a procedimientos para evitar e, incluso, combatir los actos terroristas. Todo esto conlleva a una presión enorme impuesta a las Administraciones. Por ejemplo, se tendrá que crear un registro sinóptico para cada nave; es decir, cada nave debe llevar a bordo un récord con información de su propietario, fletadores, bandera, operadores, sociedad clasificadora, etc. Esa misma información debe tenerla la administración marítima, y cuando la nave deje el registro panameño, la administración debe dar esa información al nuevo registro. Esta información deberá estar a la disposición de otras partes autorizadas a tener acceso a dicha información.

Se crearán tres niveles de seguridad, y cada administración debe estar preparada para hacer un llamado a todos sus buques y puertos e informarles de cualquier cambio de nivel de riesgo. Todas estas evaluaciones también abarcan las instalaciones portuarias. Adicionalmente, todas las naves van a tener que contar con planes de seguridad a bordo, debidamente certificados por la administración marítima correspondiente. Asimismo, los puertos deben contar con sus planes para interaccionar con los buques.

Básicamente, las evaluaciones y los planes de seguridad servirán para identificar las amenazas reales, tanto para las naves como para las instalaciones portuarias, y permitirán abordar el tema de la vulnerabilidad antes de que se dé un ataque a las instalaciones portuarias o a los buques.

Obviamente, este nuevo código es muy ambicioso. Su implementación será obligatoria, y el compromiso de los gobiernos es necesario y fundamental para asegurarse que el comercio marítimo y la fluidez de las transacciones no corran peligro.

La seguridad es costosa, y para cumplir con todo lo que se requiere se necesitará un presupuesto. Las administraciones prácticamente tendrán que crear una organización especial para cumplir la parte que les corresponde. Por su parte, los navieros tendrán que invertir en una serie de medidas y equipos e incluso contratar a un nuevo oficial de seguridad a bordo para velar por el cumplimiento de las normas.

Es de justicia darle crédito a Salazar y al capitán Allard por la iniciativa de informar a la comunidad marítima en Panamá sobre lo que inevitablemente viene.

Sistemas y regulaciones como las que el nuevo código exige van a ser la solución a un problema que nos amenaza continuamente. Sin embargo, la implementación va a ser una pesadilla y exigirá fuertes gastos tanto a las administraciones como a los navieros.

©Maria Dixon - ISM Shipping Solutions - Londres Año 2002

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