Una técnica a base de plástico parece ser la fórmula para que los productores de tierras altas de Chiriquí reactiven la siembra de cebolla.
El acolchado en fertirriego es un método que disminuye los costos de producción, permite la colecta de frutos más sanos, genera mayores rendimientos y reduce el tiempo de cosecha.
En una extensión de una hectárea y a un costo de 8 mil 500 dólares, los productores chiricanos ponen a prueba las ventajas de sembrar con acolchado, un método que ha dado sus frutos en Guatemala y Costa Rica.
En los últimos ocho años en tierras altas se dejaron de cultivar 860 hectáreas de cebolla, de las mil 160 que se sembraban.
Las condiciones climáticas adversas, el ataque de plagas y la entrada de importaciones en época de cosecha local están acabando con el sector productivo chiricano, manifestó Augusto Jiménez, presidente de la Asociación de la Comunidad Productora de Tierras Altas.
“Con la técnica de acolchado en fertirriego esperamos cosechar frutos más sanos, duraderos y con mayores rendimientos por hectárea”, manifestó Jiménez.
“Con este sistema se echará por tierra ese mito de que la cebolla importada es más seca y de mejor calidad que la local”, aseguró el productor.
En la siembra con acolchado se reduce el crecimiento de maleza, porque el plástico cubre las parcelas.
Una vez colocado el plástico, se trasplantan las semillas y el riego es a través de goteo.
El sistema por goteo permite que las plantas reciban un 70% de sus nutrientes por la raíz. Esto triplica los rendimientos en menos terreno y reduce los costos de producción, comenta Jiménez.
En la siembra de cebolla tradicional se cosechan 500 quintales por hectárea, mientras que con el acolchado los rendimientos son de mil quintales en época de lluvia y mil 200 quintales durante la temporada seca.
El costo de producción se reduce de 15 mil dólares por hectárea a 8 mil 500 dólares. Otra de las bondades del plástico es que se minimiza la contratación de mano de obra y se elimina el uso de herbicida.
“En un cultivo tradicional se debe aplicar 10 veces herbicida a la planta y con el uso de plástico no se requiere”, manifestó el productor de tierras altas. También el tiempo de cosecha, a partir de la siembra, se reduce de 120 días a 100 días.
Instalar todo el sistema tiene un costo que oscila entre 5 mil y 10 mil dólares, dependiendo de los materiales, pero los rendimientos son mayores, asegura Jiménez.
Los productores de tierras altas realizaron ayer un día de campo para presentarles a las autoridades agropecuarias las ventajas de la siembra con acolchado en fertirriego.
“El objetivo del encuentro es lograr que las autoridades del Banco de Desarrollo Agropecuario se interesen en apoyar con financiamiento el fomento de los pequeños productores”.
La meta de los productores de cebolla es incrementar la oferta del bulbo para suplir la demanda en 2017, cuando entra a regir el protocolo de importación con Holanda por la aplicación de las normas técnicas Copanit.
Esta reglamentación consiste en que a partir de 2017 los lotes de cebolla de Holanda que tengan más de 120 días cosechadas no podrán ser comercializadas en el mercado local, por ser un producto de descarte.
De acuerdo con datos de la Autoridad Panameña de Seguridad de Alimentos, durante los primeros siete meses del año se han importado 5 millones 232 mil kilos de cebolla (113 mil quintales), siendo Holanda, Estados Unidos y Perú los principales destinos de origen de este producto.
En Cerro Punta, provincia de Chiriquí, el quintal de cebolla en campo se vende a 50 dólares o el equivalente a 50 centésimos la libra.




