Julio César Aizprúa jaizprúa@prensa.com
Alejandro Tiniacos nació y se crió en lo que él llama Altos del Marañón, en el barrio de Calidonia. Incansable colaborador de las causas sociales, Aleco, como también se le llama, es un convencido de que hay que ayudar a los que menos tienen.
Desde niño trabajaba en una modesta ferretería que tenía su padre, y que aún hoy se encuentra ubicada en el barrio de Calidonia, en la calle 21 de enero frente a la hielería y a un costado del antiguo teatro Presidente.
Arquitecto de profesión, Alejandro ha logrado continuar con esta ferretería, llamada Casa Egeo por sus ancestros griegos, e incluso hace unos años abrió una moderna sucursal en El Dorado.
Amigo de los amigos y del buen humor, Aleco logró estudiar de noche mientras que durante las mañanas se dedicaba a trabajar. Esta situación, dijo, lo llevó a terminar su carrera universitaria en nueve años, cuando en el turno diurno los estudiantes se graduaban en seis años.
Años más tarde, su profesión fue esencial para llevar el negocio por mejores derroteros. No obstante, durante la invasión de Estados Unidos a Panamá en 1989, su negocio fue la única ferretería saqueada, ocasionándole pérdidas millonarias. Como si fuera poco, la mercancía que tenía en las bodegas de la Zona Libre de Colón también sufrió la misma suerte.
Sin embargo, su convicción empresarial lo hizo resurgir de este duro golpe, logrando sacar hacia adelante el negocio familiar.
Hoy día, frente a su negocio de Casa Egeo lo acompañan sus hijos Antonio, Mario y Juan, quienes profesan la arquitectura, los dos primeros, y la publicidad.
De madre y padres griegos, a Tiniacos se le puede ver tanto en su negocio, como en las reuniones del Club de Leones, o en el campo de juegos del Estadio Nacional.