GINEBRA, Suiza (EFE). La empresa suiza Firmenich, fundada en 1895, ha inaugurado en Ginebra su nuevo centro mundial especializado en aromas de alimentos: algo así como un templo del olfato.
El arquitecto Bernard Vichet ha utilizado en su construcción materiales poco habituales y ha puesto a punto un sistema singular de climatización a base de capilares situados en falsos techos por los que circula el agua.
Ese sistema impide, según un portavoz de la empresa ginebrina, que circulen al mismo tiempo gérmenes y olores indeseados.
La división de aromas de Firmenich está organizada en torno a tres sectores de actividad: productos azucarados, bebidas y productos salados.
Los distintos equipos de análisis sensorial permiten afinar los aromas al gusto de los consumidores de todo el mundo.
Así, cuando los expertos crean sintéticamente un aroma de fresa, por ejemplo, éste es luego adaptado a las diferentes sensibilidades gustativas de cada región.
La historia de los aromas alimentarios en Firmenich se remonta a los años treinta del pasado siglo cuando Leopold Ruzicka, colaborador de la empresa y futuro premio Nobel tuvo la idea de analizar los aromas de la fresa y la frambuesa.
A finales de 1938 se sintetizó el aroma de la frambuesa y en los años cuarenta se desarrollaron nuevos aromas basadas en los cítricos así como los primeros aromas de fresas.
Actualmente, unos cincuenta expertos pasan entre quince y veinte minutos en una cabina individual de la empresa equipada para efectuar evaluaciones de distintos aromas.
Firmenich, empresa todavía en manos familiares en la que trabajan actualmente 4 mil 200 personas, ha visto aumentar sus ventas en el último ejercicio económico en un 14%.

