Ford necesita un socio más que GM

OPINIÓN. General Motors Corp. ocupa el centro de la escena mientras evalúa una propuesta de uno de sus mayores accionistas para que se asocie con dos fabricantes de vehículos europeos. ¿Saben qué? Ford Motor Co., el otro gran fabricante de autos de Detroit, necesita igualmente un socio y por muchas de las mismas razones: pérdida de mercado, una línea de productos volcada hacia vehículos de alto consumo de combustible, calificación de crédito como basura, descontrolados costos por empleados y jubilados, y finanzas endebles.Desgraciadamente para la mayoría de los accionistas, Ford es candidato improbable para una colaboración similar a la que GM estudia implantar con Renault SA y Nissan Motor Co. La razón es la inversión controlante que tiene la familia Ford en la segunda empresa automovilística de Estados Unidos (EU).

La inusual estructura de capital de Ford Motor ha aislado a la familia Ford del control y encuadramiento de la administración que hay en GM y en la mayoría de otras empresas cotizadas públicamente. Al menos en GM, inversores inquietos y directivos de mentalidad independiente están reclamando un cambio. No sucederá lo mismo en Ford tan fácilmente. Henry Ford II dirigió Ford Motor desde la Segunda Guerra Mundial hasta los años ochenta. Después de la guerra cedió la mayoría de las funciones ejecutivas a un grupo de veteranos del cuerpo de aviación del Ejército de EU que se llegó a conocer como los "chicos maravilla". Uno de ellos era el ex secretario de Defensa Robert McNamara.Tras la muerte de Henry Ford II en 1987, la familia Ford, encabezada por William Clay Ford Sr., reafirmó su derecho a supervisar a los directivos. Muchos altos ejecutivos renunciaron o se jubilaron. Los Ford, ahora encabezados por el responsable ejecutivo William Clay Ford Jr., poseen apenas alrededor de 4% del capital de la empresa, pero controlan el 40% de las acciones con derecho a voto a través de acciones Clase B especiales, creadas en una oferta pública inicial de títulos en 1956.

La familia en conjunto mantiene sus acciones Clase B en una cuenta fiduciaria, vota con ellas en bloque y se ha mantenido firme en que ningún inversor ajeno a la familia pueda alcanzar poder significativo. Rick Wagoner, presidente de GM, probablemente querría que un miembro de su familia, o al menos algún amigo cercano, tuviera acciones de GM con poderes de voto especiales. Así no tendría que tener tanto cuidado con Kirk Kerkorian, el irritante multimillonario que posee 9.9% de las acciones de GM y que insiste en que Wagoner estudie las ventajas e inconvenientes de asociarse con Renault y Nissan. Otros accionistas de GM deberían estar agradecidos de que al menos uno de entre sus filas tenga el coraje, así como la influencia, para exigirle al directorio de GM que produzca resultados respetables que culminen con un mayor valor de la compañía.

Mal desempeñoEn el último decenio el Índice Dow Jones de Valores Industriales produjo un rendimiento promedio de más de 9.1% al año, mientras que el título de GM subió 0.71% y el de Ford bajó 1.1%. Ford tiene infinidad de problemas operacionales. Depende demasiado de los pickup y de los todoterreno Explorer que devoran combustible y no se venden muy bien. El sedán familiar mediano, el Five Hundred, no se destacó. Demasiadas de sus marcas de lujo –Lincoln, Jaguar, Land Rover, Volvo, Aston Martin– requieren más capital del que puede juntar Ford. La familia Ford puede agradecer al cielo que una generación previa de ejecutivos haya tenido la previsión de comprar una gran parte de Mazda Motor Corp., de Hiroshima, Japón. Mazda, ahora un tercio propiedad de Ford, aportó la ingeniería y diseños de muchos modelos actuales de Ford, como el todoterreno pequeño Escape.

Peor que el derrumbe de 81% en el precio de la acción desde 1999, año en que Bill Ford Jr. asumió el cargo de presidente, debe ser la percepción de que un gran ícono estadounidense haya decaído tanto. La familia se arriesgó a tomar la administración en sus manos, y perdió. Mientras los Ford son testigos de cómo la empresa se precipita hacia una posible insolvencia en los próximos años, podrían considerar que el capital accionario con poderes especiales de voto tal vez sea una barrera que mantiene alejado a un posible aliado o colaborador. Pero quizá no sea demasiado tarde para reestructurar ese sistema de acciones y hacer a la empresa mejor candidata para una alianza, una fusión u otra reestructuración.

Primero, la familia Ford tendría que aceptar que Bill Ford Jr. ya no debería dirigir la compañía. La decisión de cederle el poder a extraños no será fácil. Sin embargo, es preferible a esperar a que sea tan tarde que nadie quiera ni intentarlo.

El autor es es columnista de Bloomberg News


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