El Parlamento francés aprobó ayer martes la aplicación de reformas a la jornada laboral de 35 horas que permitirá a los empleados trabajar un mayor número de horas a pesar de la oposición de los sindicatos de que eso significa el fin de la semana laboral de 35 horas.
La Asamblea Nacional francesa aprobó las reformas en segunda lectura con 350 votos a favor y 135 en contra, facilitando el paso final al plan gubernamental para flexibilizar el mercado laboral.
La Cámara alta aprobó anteriormente las reformas a la ley de 1998, obra de un gobierno liderado por los socialistas.
La reforma a esta ley introduce la opción de un eventual incremento de la semana laboral hasta las 48 horas, máximo permitido bajo la legislación europea, en el caso de que el trabajador lo desee.
El gobierno conservador del presidente Jacques Chirac espera que los cambios mejoren la competitividad de la industria francesa.
Sin embargo, la reforma podría provocar nuevas protestas de los sindicatos, que afirman que los empleados se verán forzados a trabajar un mayor número de horas sin pagas extra y que los cambios desmantelarán definitivamente la semana laboral de 35 horas.
Los sindicatos ya protagonizaron amplias protestas contra las reformas, pero el Gobierno no se echó atrás a pesar de los temores de que los votantes podrían mostrar su descontento en el referéndum del próximo 29 de mayo sobre la Constitución Europea.
En el año 1998, el partido socialista francés recortó la semana laboral a 35 horas desde las 39 anteriores para intentar reducir el alto nivel de desempleo.
Grupos de empresarios, principales defensores de la reforma, defienden que sin un recorte proporcional del salario, las empresas se vuelven sencillamente menos competitivas.
El Gobierno dice que una mayor flexibilidad laboral será positiva para las compañías, los acuerdos salariales, el empleo y la economía.
