China transformó medio billón de dólares de fondos del banco central en ladrillos y mezcla, y se vienen más.
La transformación puede observarse con mayor claridad en Heze, una “pequeña” ciudad de unos nueve millones de habitantes en la provincia de Shandong. Allí, las autoridades locales han demolido más de 250 mil casas antiguas desde 2015, algunas de ellas de estilo tradicional con caligrafía estampada en letras grandes sobre puertas de madera, para construir viviendas nuevas financiadas en gran parte por dinero impreso por el Banco Popular de China (PBOC, por sus siglas en inglés).
Como parte de sus iniciativas para apoyar una economía en desaceleración, esta semana el Gobierno dijo que apresurará la construcción de 15 millones de casas nuevas para sustituir viviendas de calidad inferior en todo el país. Hasta ahora, el programa ha inyectado 463 mil millones en la economía reemplazando edificios más antiguos por nuevas y relucientes torres de apartamentos. Como la guerra comercial de Donald Trump está golpeando la perspectiva económica, el Gobierno tira de varias palancas para amortiguar el impacto sobre los ciudadanos chinos y flexibiliza campañas anteriores para reducir el riesgo de deuda y limpiar el sector financiero. Ahora, acelerando el llamado programa de re desarrollo de villas de emergencia y reprimiendo las ayudas en efectivo que lo acompañan, el Gobierno trata de aumentar el estímulo y a la vez evitar que estallen burbujas inmobiliarias en todo el país. “El desarrollo de villas de emergencia es importante porque es una parte fundamental de la demanda local controlada directamente por el gobierno”, escribieron en una nota analistas dirigidos por Song Yu, economista jefe para China de Beijing Gao Hua Securities Co., el socio de Goldman Sachs Group, Inc. en una empresa conjunta en China continental. “Ha habido mucha preocupación en el mercado respecto a si el Gobierno achicaría las inversiones relacionadas”.
Cuestión de estabilidad Li Ai’lian es una de los que recibieron recompensas inesperadas.
