El nombramiento del estadounidense Howard Stringer como presidente del grupo Sony ha puesto al gigante de la electrónica en la liga de las empresas japonesas dirigidas por extranjeros.
La confirmación de Stringer como nuevo director ejecutivo de operaciones (CEO) del consorcio, fue anunciada en la junta de accionistas de la empresa.
Galés de origen y nacionalizado en Estados Unidos en 1985, el ejecutivo de 63 años sustituye al japonés Nobuyuki Idei, de 67 años, bajo cuyo mando la empresa obtuvo un inusual margen de beneficios inferior al 2% en 2004.
La noticia de la elección de un ejecutivo "gaijin" (extranjero) como presidente de una de las firmas emblemáticas del "milagro económico" japonés del siglo XX produjo una sorpresa equiparable a la suscitada por la elección de Carlos Ghosn para dirigir Nissan en 1999.
Nacido en Brasil y de origen franco-libanés, Ghosn fue enviado por Renault para reflotar el fabricante nipón del motor lastrado por deudas millonarias después de que la empresa francesa se hiciera su accionista mayoritario.
El éxito espectacular de Ghosn, quien con drásticas reducciones de personal y ventas masivas de activos aligeró de deudas a Nissan y la devolvió a la senda de la rentabilidad, sentó un nuevo precedente y dio lugar a un culto a su personalidad empresarial que se mantiene hasta ayer.
Libros de administración, documentales televisivos y hasta manga (tebeos japoneses), explicaron la biografía del ejecutivo que tras una juventud en escuelas de tres continentes entraba en el mundo empresarial francés y reflotaba empresas como Michelin y Renault, ganándose el apodo de "Le Cost Killer" (El verdugo de los costes).
A su llegada a Japón, las empresas japonesas en crisis sufrían el anquilosamiento de sus métodos directivos y factores culturales como el sistema de empleo vitalicio, imposibles de sortear para un ejecutivo nipón.
Aunque los críticos más acérrimos de Ghosn cuestionaron el alto precio social de sus métodos racionales, los resultados superaron las expectativas de otras firmas del sector que habían confiando antes en ejecutivos no japoneses.
Mazda, controlada por la Ford de Estados Unidos, tuvo entre 1996 y 2003 cuatro presidentes estadounidenses, ninguno de los cuales destacó por sus innovaciones empresariales.