NUEVA YORK, Estados Unidos DPAEl pánico se ha apoderado del feudo del capitalismo. Por puro temor, decenas de miles de clientes retiraron en pocos días mil 300 millones de dólares del banco hipotecario estadounidense IndyMac.
Fue la gota que rebasó el vaso: la entidad con sede en Pasadena, California, no soportó la embestida y se hundió. Tras la segunda quiebra más importante en la historia bancaria de Estados Unidos (EU), políticos y expertos del sector se preguntan: ¿cuál será el próximo paso de la crisis?
Hace pocas semanas, autoridades bancarias de todo el mundo, como el director general del Deutsche Bank, Josef Ackermann, dieron por superada la peor fase de turbulencias en los mercados financieros. Hoy, EU lamenta la víctima más grave de la crisis desatada hace ya un año.
Durante los últimos meses de presidencia de George W. Bush, los ahorristas enfrentan ahora los riesgos que ya afectaron a los propietarios.
La trascendencia política del conflicto se ve claramente en las críticas vertidas contra el senador demócrata Charles Shumer y la acusación de que, con el escrito en el que mostraba su preocupación por un posible derrumbe de IndyMac, habría decretado su sentencia de muerte.
Y lo más grave de todo: IndyMac no es un caso aislado. La entidad alentó el boom inmobiliario estadounidense concediendo créditos dudosos a clientes que no podían demostrar su solvencia. Prácticas similares ya hicieron recoger las velas a cientos de pequeños prestamistas. Y la banca inversora Bear Stearns se vio forzada a una venta de emergencia en primavera.
En la historia del país, sólo la quiebra del Continental Illinois National Bank en 1984 supera la de IndyMac de este viernes.
En lo inmediato, la espada de Damocles pende sobre el destino de dos de las principales hipotecarias de EU: Fannie Mae y Freddie Mac.
El secretario del Tesoro Henry Paulson rechazó las especulaciones sobre una posible nacionalización.

