Pese a todo lo que se habla en Pekín sobre adhesión a las fuerzas del mercado, las autoridades chinas todavía tienen trabajo que hacer para ganarse la confianza de los inversores internacionales.
La respuesta improvisada que el año pasado dio el país a la crisis de los mercados está tan grabada en la memoria de los gerentes de carteras mundiales, que el proveedor de índices MSCI Inc., (abreviatura de Morgan Stanely Capital International) decidió el martes que es demasiado pronto para que las acciones chinas integren sus índices de referencia.
Mientras que MSCI otorgó categoría de mercado emergente a Pakistán –país mucho menos desarrollado, que en la práctica prohibió las órdenes de venta durante tres meses en 2008-, MSCI dijo que los actores del mercado necesitan más tiempo para evaluar los recientes esfuerzos de reforma de China. La reticencia de los inversores refleja no solo los problemas técnicos para acceder al mercado de 5.7 millones de millones de dólares sino también, más en general, la inquietud de que las medidas del Partido Comunista para abrir la economía no estén a la altura del discurso oficial.
Los extranjeros compraron menos de la mitad de su cuota de acciones continentales a través del enlace entre las bolsas de Shanghái y Hong Kong, mientras que el papel del yuan en los mercados cambiarios mundiales se ha reducido en los últimos meses.
China perdió mucha credibilidad el año pasado por la forma en que abordó el mercado e interactuó con los inversores, dijo Fraser Howie, coautor de Red Capitalism: The Fragile FinancialFoundation of China’s Extraordinary Rise (Capitalismo rojo: Los frágiles cimientos financieros del extraordinario ascenso de China), que vive en Singapur.
Sencillamente no sabemos cómo reaccionará un regulador chino ante cualquier situación dada. La fama de hábil administrador de la segunda economía del mundo que tenía el gobierno se ha visto afectada después de los torpes esfuerzos para contener la caída de 5 millones de millones de dólares de las acciones el año pasado, un plan mal comunicado de liberar el yuan y un auge de los préstamos impulsado por el Estado que elevó los niveles de deuda de China a máximos récord.

