La entrega mañana a la compañía Singapore Airlines del primer A380, que debía servir a Airbus para hacer olvidar el retraso del programa del mayor avión comercial de la historia, se ve oscurecida por la investigación a directivos y accionistas de su casa matriz EADS.
La plana mayor de Airbus y de EADS tratará de poner buena cara en la ceremonia de entrega del primer avión gigante en la sede del fabricante aeronáutico europeo en Tolouse (Francia), pero no podrá escapar a preguntas sobre otra actualidad menos grata que se ha invitado a la fiesta: la investigación de la Autoridad de los Mercados Financieros de Francia.
La polémica no ha dejado de inflarse desde que la prensa reveló que a comienzos de mes la AMF entregó a la justicia una nota por sus sospechas de uso de información privilegiada por parte de una veintena de dirigentes o ex dirigentes de EADS en la venta de acciones en los meses que precedieron el anuncio, en junio de 2006, de los retrasos del A380, que provocó el desplome de la cotización.
En el centro del huracán, Arnaud Lagardre negó las alegaciones de que vendió la mitad de las acciones de EADS del grupo dos meses antes de ese anuncio para evitar su desvalorización porque ya estaba al corriente de que el programa se iba a retrasar dos años.
