Japón reveló un plan para aportar 110 mil millones de dólares en ayuda para proyectos de infraestructura en Asia, en momentos en que China se prepara para lanzar un nuevo prestamista institucional que se cree que acaparará el atractivo financiero regional actualmente en manos de Tokio y Washington.
La cantidad de los fondos japoneses, que serán invertidos en un período de cinco años, supera la capitalización esperada de 100 mil millones de dólares del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), el prestamista patrocinado por Beijing que empezará a operar en 2016.
Funcionarios japoneses dijeron que el plan, anunciado por el primer ministro Shinzo Abe en un simposio con funcionarios y expertos asiáticos, representa un aumento de un 30% respecto de la inversión anterior en infraestructura de Tokio.
Pretendemos hacer uso activamente de estos fondos con el fin de expandir la infraestructura innovadora y de alta calidad a lo largo de Asia, tomando una perspectiva a largo plazo, dijo Abe en un discurso en el que anunció el proyecto.
Cerca de la mitad de los fondos serán emitidos por agencias afiliadas al Estado a cargo de asistencia y préstamo, y el resto en colaboración con el Banco de Desarrollo Asiático (ADB).
Estados Unidos y Japón fueron sorprendidos con la guardia baja cuando un total de 57 países -incluidos los miembros del G-7 Gran Bretaña, Alemania y Francia- respaldaron la creación del AIIB en marzo.
Los dos aliados se han mantenido al margen de la institución liderada por China, considerado un rival del Banco Mundial -dominado por Estados Unidos- y del Banco de Desarrollo Asiático -comandado por Japón-, citando preocupaciones sobre la transparencia y la gobernanza. Funcionarios de Finanzas dijeron que el plan de asistencia de Japón había estado gestándose desde hacía tiempo como parte de una promesa del G-20 para satisfacer necesidades globales.
