TOKIO, Japón (AFP). -El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, que recibirá al presidente estadounidense George W. Bush la semana que viene en Tokio, ya no es el león de las reformas que hizo gala de su voluntad el pasado mes de julio en Washington, sino un líder de futuro incierto.
No es el mismo Koizumi que Bush vio (en el mes de julio). Es Koizumi segunda parte, y está cada vez más vigilado por los antirreformadores, estimó Shigenori Okazaki, analista político de la casa de corretaje UBS Warburg en Tokio. Tras su llegada inesperada al poder en abril 2001 y durante su visita a Estados Unidos, el pasado verano, Koizumi había proyectado la imagen de un líder de nuevo estilo, más resuelto que sus predecesores a provocar cambios en Japón, en pleno estancamiento desde hace diez años. Con su cabellera leonina, para darse un toque moderno en un país aún fuertemente tradicional, Koizumi prometió que utilizaría sus garras para una operación quirúrgica en su país, antes de su entrevista con Bush. Esta vez, el clima será menos sereno. Japón ha acabado de hundirse desde el pasado otoño en su peor recesión de la posguerra, con una producción industrial en neto declive, un desempleo récord del 5.6% y una cascada de quiebras empresariales. El jefe de los consejeros económicos de la Casa Blanca, Glenn Hubbard, advirtió que Bush evocará en su visita temas como el saneamiento del sector bancario y su fragilidad extrema.

