RAÚL BENÍTEZ * economia@prensa.com
OPINIÓN
Naciones Unidas proclamó 2016 como el Año Internacional de las Legumbres, en reconocimiento a su rol fundamental en la seguridad alimentaria y nutricional, la adaptación al cambio climático, la salud humana y la de los suelos.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, las legumbres tienen una particular relevancia histórica, cultural, culinaria y agrícola para América Latina y el Caribe.
Aunque son pequeñas, están repletas de proteínas. Cuando se comen junto con cereales forman una proteína comparable a la calidad de la proteína animal, pero más económica.
Según un nuevo libro de la FAO, una de las legumbres más importantes – el frijol – es originaria de esta región.
Ha sido cosechado en México, Perú y Guatemala desde hace miles de años.
Las legumbres también son una fuente de ingresos para millones de agricultores familiares, quienes las siembran en alternancia con otros cultivos por su capacidad de reponer el nitrógeno de la tierra, mejorando la sostenibilidad de la producción.
Las legumbres son capaces de fijar el nitrógeno del aire y convertirlo en amoniaco, enriqueciendo los suelos. Esto permite mitigar el cambio climático ya que reduce el uso de fertilizantes sintéticos y productos químicos.
Además, la rotación de cultivos, el cultivo intercalado y el cultivo de relevo de legumbres con maíz mejoran la productividad de la tierra, haciendo que los sistemas de maíz y legumbres resulten especialmente adecuados para los pequeños agricultores.
La rotación de leguminosas puede incrementar los rendimientos del maíz en un 25%, y el maíz intercalado con leguminosas siguiendo los principios de la agricultura de conservación, produce un 33% más que el monocultivo.
Para la FAO, la gran diversidad de frijoles y otras legumbres en la región representa un tesoro genético único, necesario para crear nuevas variedades que nos ayudarán a hacer frente al cambio climático y ampliar el acceso a alimentos para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.
Sin embargo, en muchas comunidades de nuestra región se están perdiendo variedades ancestrales de legumbres por causa de la homogenización global, que privilegia sólo un puñado de cultivos y alimentos, desmereciendo otros.
América Latina y el Caribe no solo son las fuentes originarias del frijol y otras legumbres, sino que se han destacado por ser los que mayores avances han hecho en la lucha contra el hambre.
Las legumbres pueden ser claves para que la región alcance la meta de acabar con el hambre al año 2025, fecha definida por el principal acuerdo regional de esta materia, el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
