Esta panadería, homónima de su hermana mayor de La Chorrera, es a la vez la precursora de los centros comerciales en el sector, pues además de la panadería, Risolía es el propietario del centro comercial que en la actualidad ocupan bancos, lavanderías, farmacias y clínicas, entre otros.
Cuenta que su mayor satisfacción ha sido el haber hecho un negocio que ha crecido con la comunidad y ver crecer una generación de residentes que lo conoce y saluda "como un vecino más", aunque manifiesta cierta nostalgia cuando le dicen que algún conocido -entre los primeros moradores- se ha mudado o fallecido.
Actualmente, La Lupita de Vista Alegre, después de expander y agregar un restaurante, recibe en promedio unas 400 visitas diarias de personas que buscan, principalmente, "pan calientito," dice Risolía con una sonrisa.
Risolía dice sentirse agradecido con la comunidad de Vista Alegre, aunque ya no está a cargo de la panadería -actualmente lo administra su hija Lupita- pues a pesar de los momentos difíciles, la satisfacción ha sido mayor por estar ligado a la historia de una comunidad.

