Los cerca de 70 años no le pesan ni se le notan, a pesar de sus achaques y los frecuentes rumores sobre su inminente muerte.
Pero el que se va no es un viejo. Ha sido remozado y sometido a cirugía mayor para recuperar las características de su juventud, cuando de la mano de Adolfo Hitler dio sus primeros pasos en la década de los 30.
Rejuvenecido y vestido de celeste por las manos de los mexicanos que le dieron vida durante más de 30 años, el miembro final de la estirpe, que dejó sus últimos descendientes en México (los vocho), Brasil (fusca) y Alemania (kafer), salió ayer de la línea de producción.
Tras una breve despedida en la planta de Puebla, al sur de la capital mexicana, en la que pasó su etapa adulta y aprendió un pésimo español que degeneró su alemán nombre Volkswagen a "vocho", se embarcó rumbo a Europa desde el puerto de Veracruz, para pasar la vejez en compañía de otros familiares ya ancianos en Wolfsburg.
Desde su instalación en México, Volkswagen ha producido 5.7 millones de vehículos, 1.7 millones de ellos "escarabajos", que representan alrededor de un 8% de los 21.5 millones que se fabricaron en 20 países del mundo desde mediados de los 30.
