BELGRADO (EFE). - Según el gobernador del banco central yugoslavo, Mladjan Dinkic, la Unión Europea ha pedido a la pequeña república secesionista yugoslava de Montenegro que abandone el euro y vuelva a aceptar la divisa federal yugoslava, el dinar.
A las autoridades de Montenegro se les ha pedido (en Bruselas) abiertamente que vuelvan a aceptar el dinar como medio de pago y, además, que fijen un período de transición durante el que el euro salga de circulación como medio oficial de pago, afirma Dinkic en el diario montenegrino Dan.
El presidente autonómico de Montenegro, Milo Djukanovic, emprendió hace dos años lo que consideraba la recta final de su proyecto secesionista con la introducción del marco alemán, sustituido ahora por el euro, como moneda oficial.
La Unión Europea ha sentado en Bruselas a una delegación de expertos serbios y montenegrinos para que confeccionen un proyecto de Estado federal yugoslavo, con renuncia al referéndum de autodeterminación prometido para la primavera por Djukanovic.
Según Dinkic, al no estar Montenegro en la zona del euro, por ser considerado internacionalmente parte de Yugoslavia, la adopción ficticia de esa moneda ocasiona pérdidas económicas permanentes a la economía del país.
Dinkic ha repetido lo que el jefe de política exterior y seguridad de la UE, Javier Solana, manifestó recientemente en Belgrado: que el camino más corto de Montenegro hacia la Unión Europea pasa por Yugoslavia.
Creo que el pueblo montenegrino prestará más oídos a la recomendación de la Unión Europea que a quienes ahora dirigen la política de Montenegro, gente de evidente incompetencia, apostilló Dinkic.
La Federación yugoslava está formada por Serbia (10 millones de habitantes) y Montenegro (de 640,000), un territorio poco desarrollado que recibió durante la presidencia de Slobodan Milosevic fuertes ayudas económicas de Occidente.
Tras la caída de Milosevic y su posterior encarcelamiento en La Haya a la espera de juicio por crímenes de guerra, Serbia se acercó a la UE y a EU, que pasaron a recomendar a Montenegro que interrumpiera su proceso de secesión y se reconciliara con Serbia.
Prácticamente, lo único que sigue uniendo a Serbia y Montenegro es el idioma, la religión cristiana ortodoxa, con el patriarca serbio Pavle al frente, y el Ejército federal, al que muchos reclutas montenegrinos no van.
Montenegro exige asiento en la ONU, política exterior y embajadas propias y fuerzas armadas aglutinadas en torno a su ya poderosa policía paramilitar, aunque después se ofrecería a formar una confederación de Estados independientes.

