"Habrá oportunidades para el transporte marítimo, pero aún en el verano, los barcos necesitarían cascos reforzados y rompe hielos", dice Arne Instanes, científico noruego quien se ocupó del tema transporte en la investigación que ocho países llevaron a cabo sobre los impactos del calentamiento global en el Artico.
El estudio, presentado el pasado 8 de noviembre en una conferencia en Islandia, proyecta que la Ruta Marítima Artica a lo largo de la costa de Rusia es probable que sea navegable durante 120 días al año para el 2100 en comparación con los 30 días actuales, si el hielo continúa reduciéndose.
Plantea además que el Océano Artico podría quedar sin hielo para el año 2100 y que la acumulación de gases en la atmósfera está calentando el Artico dos veces más rápidamente que el resto del globo. Pese a todo esto, las rutas entre los océanos Pacífico y Atlántico, un cementerio congelado para exploradores durante siglos, es poco probable que la situación estimule la navegación comercial. Al mismo tiempo que el derretimiento del hielo se pueden generar más témpanos y aún más niebla.
"El uso intenso de las rutas transporlares no pasará en breve porque hay demasiadas incertidumbres", indicó Walter Parker, presidente de la Fuerza de Tarea para la Infraestructura Circumplar del Consejo Artico. "La banca no está interesada en hacer préstamos al menos que los gobiernos no se impliquen también en el financiamiento. Las grandes navieras tampoco están todavía interesadas", sostiene. El Consejo del Artico lo componen Estados Unidos, Rusia, Canadá, Finlandia, Suiza, Noruega, Islandia y Dinamarca.
A largo plazo, Estados Unidos y otras naciones podrían encontrar en esta ruta remota una alternativa más segura a aquellas del sur en donde el terrorismo o la piratería podrían ser riesgos crecientes. A través del Artico se podría transportar carga tal como desechos nucleares.
"Tal vez las rutas árticas serán utilizadas más que todo por situaciones de seguridad en otras rutas", explica Lawson Brigham, subdirector de la Comisión de EU para la Investigación del Artico. "Tal vez a los terroristas no les gusta el frío".
Estados Unidos no tiene hoy día ningún buque de guerra protegido contra témpanos con excepción de los submarinos nucleares que pueden emerger a través de la superficie del hielo. La ruta polar es atractiva para los navieros -de Osaka, Japón, a Rótterdam, Holanda, un viaje a través del mar polar podría ahorrar aproximadamente dos semanas en comparación con los 45 días que representan rutas como el Canal de Suez y el Canal de Panamá.
Sin embargo, el informe de ACIA también plantea que el deshielo puede añadir otras complejidades. Por ejemplo, el Pasaje del Noreste a través de un amasijo de islas en el norte de Canadá podría congestionarse más si los puentes de hielo que bloquean los canales del norte se deshielan hacia fuera.
Brigham recordó que la región polar ha sido utilizada con anterioridad para el paso de buques -52 de ellos han encontrado la forma de hacerlo con la ayuda de un rompe hielo nuclear soviético desde 1977. El principal beneficio para el transporte marítimo, añadió, estaría en ayudar a transportar minerales como el niquel desde Rusia, zinc desde Alaska o petróleo y gas de posibles yacimientos en el Artico. Los buques de pesca o las naves de travesía podrían también conseguir un acceso más fácil. Pero los gobiernos tendrían que hacerle frente a problemas enormes de cómo rescatar a equipos en caso de accidentes, o de cómo limpiar derrames de petróleo o derivados.
"El Artico podría ser un nuevo Oeste Salvaje", señala Samantha Smish, directora del Programa de Conservación del Artico del Fondo Mundial para la Naturaleza. "Cuando el hielo se derrita habrá allí un gran valor en abrir la región para la navegación. Lo que tememos es que esto se haga sin regulación".
