BUENOS AIRES, Argentina (EFE). "Fábrica quebrada, fábrica tomada" es la consigna de miles de obreros argentinos que, ante la desesperación de quedarse sin empleo, deciden apropiarse de su lugar de trabajo y gestionar ellos mismos la producción, en un país sumido en un túnel recesivo de difícil salida.
La autogestión de los empleados de unas 120 empresas logró rescatar 12 mil puestos de trabajo, pero una organización que agrupa las firmas recuperadas asegura que un millón de desempleados podría volver a trabajar gracias a este mecanismo.
Nosotros siempre tomamos empresas quebradas, nunca las que todavía están funcionando, porque nuestro objetivo es librarnos de estar desempleados, explicó a José Abelli, uno de los creadores del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas.
Hace tres años, Abelli, junto a 80 compañeros de una productora avícola de San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe, fueron despedidos sin indemnización, cuando sus empleadores entraron en quiebra.
"Como nunca cobraríamos nada y sabíamos que, con 40 ó 50 años, nadie nos tomaría para trabajar, decidimos hacer algo al respecto. Fue muy duro, porque resistimos ocho meses dentro de la planta, enfrentando desalojos, pero finalmente la justicia nos permitió trabajar", recordó.
Los trabajadores formaron una cooperativa y arriesgaron parte de su salario para formar el capital de trabajo.
Para zanjar los problemas legales, el MNER presentó el pasado martes en el Congreso argentino un proyecto de ley para que, cuando quiebre una empresa, los bienes productivos no se liquiden, sino sean otorgados a los trabajadores por dos años para trabajar.
