Las tierras dedicadas al cultivo de productos orgánicos crecieron un 10% en los últimos 12 años. En Panamá, la siembra es impulsada por una demanda cada vez más insatisfecha de alimentos libres de pesticidas.
A diferencia de los métodos convencionales de siembra, en la producción orgánica se requiere utilizar técnicas de cultivo amigables con el ambiente, como mantener las malezas para que las plagas no ataquen las plantaciones o no utilizar agroquímicos.
Constatar el cumplimiento de estos cultivos con los estándares internacionales de la producción orgánica es el objetivo de la Autoridad de Control de la Certificación de la Producción Orgánica Agrícola, entidad en operaciones desde el pasado mes de enero y adscrita a la Dirección Nacional de Sanidad Vegetal del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA).
Aunque ninguna certificación se ha emitido hasta la fecha, ya se han formulado 19 solicitudes. El país reporta mil 271 productores dedicados a cultivar 6 mil 396 hectáreas orgánicas, según los estadísticas de la Dirección Nacional de Sanidad Vegetal del MIDA.
El trámite de una certificación emitida por una entidad privada suele tener un costo aproximado de mil 200 dólares. Aquella concedida por la nueva entidad estatal rondaría los 250 dólares, de acuerdo a los análisis para cada caso, manifestó Fermín Romero, director de la Autoridad de Control de la Certificación Orgánica del MIDA.
La demanda de alimentos libres de pesticidas y cultivados de manera amigable con el ambiente está en constante crecimiento. “Lo que buscamos es que los pequeños productores se interesen en este método de cultivo”, aseguró Romero.
Además, se espera generar confianza en los consumidores para que tengan la certeza de que los productos etiquetados o identificados como orgánicos, ecológicos o biológicos cumplen con esta condición, manifestó el funcionario.
En la Autoridad de Control de la Certificación de la Producción Orgánica Agrícola se desarrollaron los manuales de gestión de calidad y se aprobó la norma nacional de la producción orgánica agrícola que regirá en el país.
Las auditorías en campo las realizarán los técnicos de la entidad que fueron capacitados, dijo Romero.
Con el inicio de operaciones de este sistema se espera tener una presencia más directa en campo. “Aunque la certificación privada seguirá operando en el país”, dijo Romero.
“El Estado pretende ser una opción para el pequeño productor, que no tiene los recursos para pagar una certificadora privada”.
La certificadora pública cumple con todas las normas internacionales de calidad de una empresa certificadora, como la ISO 17065 . También con la norma nacional y la establecida por Estados Unidos y Europa, dijo Romero.
IMO control, BCS Öko-Garantie, Bio Latina y Eco-Lógica son las cuatro empresa certificadoras con una licencia para operar en Panamá. Sin embargo, solo las dos últimas prestan sus servicios en el país.
Bio Latina es una organización alemana dedicada a garantizar que estos alimentos estén libres de químicos y cultivados con prácticas amigables con el ambiente. Eco-Lógica es una certificadora radicada en Costa Rica.
Panamá registra más de 2 mil hectáreas de cultivos orgánicos certificados. Destacan la siembra de cacao en Bocas del Toro, y el café, en todo el país.
Hortalizas, yuca, plátano, ñame, frutales, pimienta, guandú y otoe son algunos de los cultivos que están en trámite para obtener una certificación orgánica estatal.
Los miembros de la Asociación de Productores Ciruelar Arriba, del distrito de San Francisco, de Veraguas, están en trámites para certificar 62 hectáreas de arroz orgánico.
También están en el proceso de certificar 835 hectáreas de café los miembros de la Asociación de caficultores Orgánicos Ngäbe (Ascon).
Con la nueva autoridad estatal las empresas certificadoras privadas seguirán operando en el país, pero se está en estudio para establecer que estas certificaciones requieran un visto bueno, informó Romero.
“Los que cuenten con una certificación privada requerirán de una revisión documental de la entidad estatal y dependiendo de la fecha en que fue certificada la producción, necesitaría una inspección en sitio”.
Según el funcionario, “será condición que todos los productos nacionales, aunque sean certificados por empresas internacionales, tengan el sello de la norma nacional”.
En la producción orgánica el suelo se alimenta con desechos vegetales, estiércol de animales, conjuntamente con polvos de rocas minerales.
La mezcla fermentada de ají picante, mostaza y ajo se convierte en el mejor plaguicida para ahuyentar las plagas en las plantaciones de hortalizas.
Las cáscara de frutas, las de arroz y huevo; excremento de animales, broza de café, cal, bagazo de caña, maíz y frijol, y su mezcla, con otros derivados naturales, son adecuados para la elaboración de abonos.
La demanda interna de productos hortícolas, frutas y vegetales frescos ha despertado el interés de los productores en suplir una demanda insatisfecha, manifestó Dioselina de Bell, propietaria de Productos Hidropónicos de Boquete.
“Muchos productores están en la actividad orgánica, pero no todos tienen altas sumas de dinero para contratar a una certificadora”, dijo De Bell.
De Bell se dedica al cultivo de minipepinos, zanahorias, hierbas, flores comestibles y lechuga, tomate cherry libres de pesticidas. Y al igual que muchos otros productores, ha encontrado que tanto los consumidores y cada vez más restaurantes buscan productos que lleguen del campo a sus mesas.
Requisitos
En la producción orgánica se deben aplicar prácticas que garanticen la producción de alimentos inocuos a la salud humana y al ambiente, según las directrices del Codex Alimentarius y demás normas nacionales e internacionales. Deben utilizarse semillas producidas orgánicamente. Cuando el productor pueda demostrar que no existe semilla orgánica, localmente se permitirá el uso de semilla convencional, no tratada con sustancias prohibidas en la producción orgánica, previa consulta a la unidad certificadora. La fertilidad y actividad biológica del suelo se deberán conservar y mejorar con prácticas adecuadas, tales como: rotación de cultivos, barreras vivas, incorporación al suelo de materias orgánicas, estiércoles compostados procedentes de fincas de producción orgánica. Toda finca que esté certificada como orgánica, debe disponer de un mapa o croquis en el que se especifiquen su tamaño y linderos, entre otros. Puede que el productor no utilice químicos y cumpla con todas las normas de producción, pero los cultivos están en un área en que los ríos y las aguas que se utilizan están contaminados y esto los descalifica como orgánicos, explicó Fermín Romero, director de la Autoridad de Control de la Certificación Orgánica del Mida.
