Japón registró un estancamiento de su economía en el segundo trimestre de 2016 respecto al primero, que conoció un alza del 0.5%, según datos provisionales publicados por el gobierno.
Entre abril y junio, el producto interior bruto (PIB) se situó en el 0.0%, un dato inferior a lo esperado.
Los analistas consultados por la agencia financiera Bloomberg News apostaban por un crecimiento del 0.2%.
En datos interanuales, el PIB registra, sin embargo, una modesta progresión del 0.2%. La tercera economía mundial sufrió un nuevo retroceso de las inversiones no residenciales de las empresas (-0.4%) y una contribución negativa del comercio exterior, así como una caída de las exportaciones en 1.5%, en un contexto de crecimiento mundial apático y de una desaceleración de los países emergentes.
La reciente subida del yen, un valor refugio de los cambistas en períodos de incertidumbre, empeora la coyuntura en Japón, ya que penaliza a las empresas exportadoras.
Del lado de los elementos positivos, el consumo de los hogares registró una subida del 0.1% y la demanda pública, de 0.6%.
El primer ministro Shinzo Abe no consigue reactivar la economía japonesa, a pesar del lanzamiento a finales de 2012 de la estrategia Abenomics basada en tres pilares -fiscal, monetario y estructural-.
En los últimos trimestres, el PIB oscila entre contracciones o un crecimiento modesto.
En un nuevo intento de reanimar la economía, Abe había anunciado en julio un programa de 273 mil millones de dólares.
La economía japonesa viene luchando contra años de deflación. Para este año el banco central nipón proyecto una inflación de 2%, pero todavía está lejos de alcanzar esa meta debido a la incertidumbre de la economía mundial.

