OPINIÓN. Cuando la educación pública atraviesa por una crisis, los ojos de muchos padres se posan sobre la educación privada, que es fuente de esperanza para sus hijos. Sin embargo, cada día se hace más inaccesible. En febrero, el valor de los servicios educativos subió 2.8% en comparación a febrero del año pasado.La educación particular, a pesar de ser una actividad lucrativa, debe tener más controles por parte del Estado. No olvidemos que del fisco se transfieren anualmente importantes bienes y recursos financieros. Hace unos días, varios padres de familia comentaban que parece haber una competencia entre los centros educativos para ver quién pide el libro más caro y menos accesible.Más que un recurso didáctico, los libros se han convertido en una fuente adicional de ingresos para los establecimientos de educación privada. Algunos de los libros son utilizados de manera parcial y otros parecen carecer de toda utilidad. Lo mismo ocurre con los uniformes escolares, los cuales son solicitados en función de acuerdos comerciales con determinadas empresas.Entendemos que en la economía de mercado deben prevalecer mecanismos transparentes para evitar prácticas monopolísticas. ¿Valdrá la pena nuestro esfuerzo por la calidad de las escuelas privadas?
La autora es presidenta de la asociación Consumo Ético
