La gente no cree que el cine pueda cambiar vidas, cambiar la sociedad: hacer que la gente reflexione sobre los problemas, dispara Isabella cuando recuerda las veces que le negaron patrocinio para dictar talleres de cinematografía. Y remata: si no es fútbol, comer, entonces no es vital.
Isabella Gálvez forma parte del equipo de la Fundación Mente Pública, que nació en el año 2010 como una alternativa de formación del cineasta emergente panameño. Un sitio donde este aprendiera los elementos para contar en imágenes y, así, pierda la costumbre de imitar producciones extranjeras: que encontrase su identidad cinematográfica.
De la Fundación nació el Festival de Cine Pobre Panalandia en 2014, que serviría –sirve– de plataforma para que los nuevos cineastas panameños pudieran exhibir sus cortometrajes. La premisa de todo es el contenido. Que la historia tenga algo que contar, que te mueva, que te erice, que te ponga a pensar. Nada de alfombras rojas, flashes, de guiones superfluos.
“Cuando creamos Mente Pública teníamos la misma preocupación que con Panalandia: que Panamá todavía no desarrollaba ese camino de su cinematografía y lenguaje audiovisual”, explica Said Isaac, miembro de la Fundación y director de Panalandia. “Vimos que las producciones de bajo presupuesto no tenían dónde mostrarse”.
Panalandia celebró su cuarta edición el pasado mes de febrero y congregó a entre 500 y 700 personas en cada uno de los cinco días del festival. Allí se exhibieron unos 50 cortometrajes de los más de 70 que postularon los cineastas emergentes panameños. En el primer año del evento se presentaron 43 cortos. El talento está.
El sustento de la Fundación Mente Pública se basa en el apoyo financiero de Naciones Unidas, el Instituto Nacional de Cultura y otras fundaciones. Pero recién este año Panalandia recibió patrocinio del sector privado. Todo es año a año, paso a paso.
La falta de apoyo gubernamental y del sector privado obliga a que la incipiente industria –¿industria?– cinematográfica de Panamá respire a bocanadas.
El ejemplo –el golpe– más reciente es el de las cancelaciones de las próximas ediciones del Hayah Festival Internacional de Cortometrajes de Panamá, y del seminario Panama Film Lab, como consecuencia de la falta del aporte económico de la Dirección Nacional de Cine (Dicine) del Ministerio de Comercio e Industrias.
“Esos tropiezos hacen que no exista una industria de cine, lo que hay es un sector”, apunta Isabella. “Quedamos siempre en las mismas: no hay constancia. Puedes tener apoyo de Dicine un año, el otro año no sabes…¿cómo haces para planificar algo a largo plazo?”.
Sobre la falta de apoyo y la mala administración que aduce Isabella, Said insiste en que esas situaciones no son nuevas y que festivales como Panalandia han sobrevivido “porque nos hemos encontrado con gente igual que nosotros, que por ahí lo tripean tanto como nosotros”.
“Los panameños no sé si sufrimos de un síndrome de exclusión o que somos menos que alguien. Entonces, en Panalandia vendemos todo lo diferente, que somos valiosos, que nuestras historias importan. La gente lo entiende y por eso lo apoya [al festival]”, reflexiona Said.
¿Y cuál es la mirada del cineasta emergente panameño?
Aunque Isabella y Said coinciden en que aún persiste la copia en las ideas de películas o cortos ya realizados, afirman que el enfoque va por lo que viven día a día en la calle. La vida real, poca ficción.
Lo que ha marcado la tónica del festival en los últimos años son las problemáticas de las comarcas indígenas. En la edición de este año, el tema más común fue el de la violencia psicológica. Uno de los más aplaudidos, cuenta Isabella, fue un cortometraje que abordó el tema de los “Ninis” y la falta de oportunidades de empleo para los jóvenes.
Muchos de los cineastas panameños esperan por la convocatoria de Panalandia para mostrar sus trabajos. Es allí donde estrenan sus cortometrajes. Al final del festival, participantes seleccionados reciben becas o equipo, fruto de las donaciones. En la edición de este año, tres de ellos se fueron becados a la Escuela de Cine de Cuba.
A los emprendedores, Isabella y Said aconsejan que en lo que sea que vayan a emprender, que sea algo que realmente los mueva, los motive. Solo de esa manera podrán sortear los obstáculos que se presentarán y regenerar las ganas cuando empiecen a caducar.
Said: “No todo el mundo recibe tu idea como tú la ves, por más buena e interesante que sea. Toca trabajar y convencer y persistir en que tu idea da a la talla y es importante. Creérnosla”.
Isabella: “A nivel de presupuesto, debes entender cuál es el punto más importante de tu proyecto y por qué lo haces. Porque cuando no tienes mucha plata debes invertir en lo que es: mover esos numeritos en tu Excel tiene que ser realmente con base en lo que necesita tu proyecto para existir”.

