Hace poco más de 500 años, un grupo de españoles, liderados por Cristóbal Colón, llegó a lo que llamaron las Indias en búsqueda de fama y riquezas. Una década después, Vasco Núñez de Balboa avistó el Mar del Sur, y la historia del mundo cambió para siempre.
Fue aquí, en este estrecho camino entre dos mares, que en 1519 decidieron fundar la primera ciudad del Pacífico americano, con el propósito de conquistar lo que ellos bautizaron con el nombre de América. Primero la ciudad de Panamá, después Natá de los Caballeros, luego San Pedro de Taboga y muchas más. Detrás de los españoles llegaron los corsarios y bucaneros de diversos reinados europeos, todos ellos queriendo saquear nuestros pueblos y grupos originarios, que a algunos de los cuales, a punto de pistola y espada, hicieron desaparecer.
Muchos son los extranjeros e incluso panameños que sistemáticamente se han aprovechado de nuestro territorio y querido burlarse de nuestra dignidad, pero hay algo que nunca nos podrán quitar: un pueblo multicultural que vive en paz con mil historias lindas que contar. Ese es nuestro principal tesoro, que unido a nuestra riquísima biodiversidad, nos hace digno destino para visitar.
Es el turismo, ese que aprecia nuestros múltiples y variados atractivos naturales y culturales, lo que nos permitirá convertirnos en un país de primer mundo. ¿Y esto de quién depende? De cada uno de nosotros, porque lo que hoy está en crisis, como dicen los japoneses, también nos representa la mayor oportunidad. Pongámonos todos en “modo de turismo” y exijámosle al Estado que invierta en consecuencia y alimente como se debe a nuestra “gallina de los huevos de oro”, para que siga poniendo muchos más.
