Panamá como destino turístico y de negocio tiene mucho potencial. Pero al mismo tiempo enfrenta muchos retos internos que por años no han sido atacados por el Estado y por el sector empresarial, pero todavía puede corregirse el rumbo del barco.
Recientemente estuve acompañando, en Panamá, a un grupo de empresarios y quiero aprovechar estas líneas para trasmitir su experiencia, anécdotas que deben guiarnos para trabajar por un bien común. Lo primero que me comentan es que el país ofrece una atmósfera de seguridad, importante para los visitantes, ya sea por placer o para hacer inversiones. Igualmente, destacan la estabilidad económica y lo importante de contar con una moneda como el dólar, aunque en estos momentos resulte más costoso visitar Panamá en comparación con otros países por la devaluación de las monedas latinoamericanas y europea frente a la divisa estadounidense.
Durante su estadía en el país, este grupo de inversionistas alemanes, tuvo conocimiento de que en los últimos años un número significativo de canadienses que habían establecido una segunda residencia en Panamá, decidieron regresar a su país debido al encarecimiento del costo de la vida en el territorio istmeño.
Un punto que indican debe ser vigilado por las autoridades es el alto costo de las propiedades residenciales y comerciales, que incluso están a la par de países europeos como Suiza.
“Este es un tema que el Gobierno panameño debe prestarle atención para no perder competitividad”, me indicaron.
Un punto que es repetitivo, aunque hay que reconocer que se han dado leves mejorías, es el trato que reciben los visitantes. “La gente de Panamá es agradable, pero eso no se refleja en la calidad del servicio”, me señalaron. Es triste que es un secreto a voces y que todavía no encontramos una solución para capacitar al personal que tiene trato directo con los turistas.
Es importante que el funcionario, el conductor y personal de hoteles y restaurantes comprendan que el dinero que dejan los visitantes en el país contribuye a que sus ingresos económicos se mantengan estables.
Ligado al servicio está el poco dominio del idioma inglés. ¿Cómo es posible que abogados y banqueros no dominen el idioma inglés, cuando Panamá es una economía de servicios?, me preguntaron sorprendidos mientras conversamos sobre su estadía en el país.
Para aquellos que vivimos en el extranjero y sabemos las bondades que tiene Panamá, es doloroso escuchar estos testimonios y más cuando nos reiteran el potencial que tiene nuestra patria y que somos nosotros mismos los que evitamos que el país alcance su máximo potencial.
Hay un factor común entre las fallas que tiene Panamá en atención al cliente y las falencias en un segundo idioma: el sistema escolar.
A pesar de su corta estancia en el país, este grupo de alemanes pudo notar que la educación pública en Panamá tiene altas carencias.
Los mejores centros educativos son privados y lejos del alcance de la mayoría de los panameños, por lo cual, me comentan, es importante reforzar la educación en todos los niveles.
Para la industria turística recomiendan crear hoteles escuela, un punto de entrenamiento que mejoraría la calidad del servicio que ofrecen los panameños. Panamá tiene potencial, hay que aprovecharlo y es tarea de todos.