En Panamá cada año se fabrican aproximadamente 560 mil placas para igual cantidad de vehículos que circulan en todo el país. Pero antes de que cada conductor reciba la suya, la placa o cédula de identidad de cada vehículo pasa por varios procesos.
En esos procesos participan la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT), los municipios, el sector privado y la Escuela Vocacional de Chapala, ubicada en Arraiján.
Al recibir la placa de un automóvil particular, el contribuyente paga entre 28 y 180 dólares por el impuesto de circulación de vehículos y calcomanías, dependiendo del tamaño de su vehículo. Con este impuesto se recaudan más de 15 millones de dólares por año.
Pero podría ser más. Como muchos contribuyentes no retiran la placa o no pagan a tiempo el impuesto, cada año se genera una pérdida fuerte para los municipios. En 2008, por ejemplo, los contribuyentes no retiraron más de 20 mil placas en el Municipio de Panamá, y eso generó más de un millón de dólares de impuestos perdidos, dijo el tesorero municipal, Mario Miranda.
Del total recaudado el año pasado, 922 mil dólares se destinaron a la Escuela Vocacional de Chapala, que se encarga de enumerar y entintar la placa de los 560 mil vehículos del país.
En este trabajo participa un grupo de jóvenes que reside en el área de Chapala, pero que no son estudiantes del centro. “Como se trata de un trabajo de seguridad, el centro prefiere no involucrar a los estudiantes, que en su mayoría son jóvenes que están en un proceso de resocialización”, dijo el director de la Escuela Vocacional de Chapala, Elvin Lantigua.
Sin embargo, desde que se fundó en 1969, la escuela ha funcionado con el dinero que se paga por el trabajo de enumerar y entintar las placas vehiculares. Con esos ingresos y los que aportan la Lotería Nacional y el Ministerio de Desarrollo Social se cubren las necesidades de alimentación, ropa, calzados y medicinas de los internos.
“El cobro anual que hace cada municipio a los dueños de los vehículos es un impuesto y se entrega la placa para dejar constancia de que el mismo impuesto ha sido pagado”, explica Kenji Schneider, director de la empresa alemana Töonjes, que se adjudicó la licitación para el suministro de la lata base con sus sellos de seguridad para las placas vehiculares.
Aunque en una ocasión, se trató de mantener la misma lata por cinco años cambiando solo la calcomanía, se regresó a la modalidad de imprimir una lata cada año.
Según las autoridades municipales, la renovación anual de las latas agiliza el cobro del impuesto, ya que el contribuyente se siente motivado a cumplir para poder recibir su placa nueva. Y, por otro lado, permite con mayor facilidad identificar a los vehículos que están en la calle y no han pagado el impuesto.
“Es un problema de cultura que no se ha podido cambiar. El contribuyente debe entender que está pagando por el impuesto y no por la lata nueva”, dice Doris de Núñez, encargada de la producción de placas en la escuela de Chapala.
Schneider recomienda a las autoridades ajustar la norma actual para que se coloque una segunda placa de identificación del vehículo en la parte frontal. Y no se trabaje solo con una, como ocurre actualmente.
“No porque queremos vender más, sino por el simple y lógico hecho de que los vehículos siempre se aproximan con su parte frontal” y es más fácil identificarle el número, añadió. Según el empresario, Panamá es el único país en Latinoamérica que usa una sola placa.
De Núñez coincide con Schneider en que la numeración en la parte frontal le permitiría a las videocámaras instaladas en las calles grabar con mayor facilidad el número de una placa que necesite ser identificada.
Pese a que todos estos cambios dependen de la decisión de la ATTT, la entidad no respondió a las preguntas de La Prensa.

