OPINIÓN.Viviendas y edificios adosados o adyacentes tenemos desde hace siglos. Los trajeron los españoles y los encontramos en toda Europa. Dice el historiador Lewis Munford en su libro La ciudad en la historia, "las casas adosadas servían para estar más abrigados en el frío y más frescos en los veranos calientes. Ellas actúan como un termo, que lo mismo guarda un líquido caliente que conserva una bebida fría". Las viviendas que los españoles construyeron en Panamá la Vieja, eran todas adosadas, igual que las de la nueva ciudad, hasta la Plaza Cinco de Mayo. Las encontramos en los pueblos del interior, y en toda Centro y Suramérica. Al llegar los americanos a Panamá, aparecen las casas aisladas.A mediados de los años 60 el arquitecto Marcelo Narbona diseñó una serie de excelentes dúplex de dos plantas adosadas, en la urbanización Obarrio, recuperando así este efectivo modelo, tras intensa lucha con el ingeniero municipal quien se oponía "fervorosamente" a este "engendro diabólico".
Tras este éxito, Narbona diseñó otro grupo en Obarrio y luego en Punta Paitilla con varios conjuntos de dúplex de dos y tres plantas, con frente al Club Unión y al parque, y otros grupos en la calle de atrás y posteriormente en la calle exclusiva que baja frente al mar. Personalmente añadí dos unidades a la manzana inicial, y en la de atrás levanté otras seis unidades con el arquitecto Benjamín Del Río (Q.E.P.D.). Luego el arquitecto Javier Erroz diseñó otras unidades allí. Estas viviendas adosadas han mantenido una aceptación tan notoria que su precio ha crecido hasta 10 veces, las más atrayentes. Con más de 30 años, aún conservan su lozanía y la absoluta intimidad de sus ambientes interiores.
El arquitecto Álvaro González Clare realizó un hermoso conjunto con conceptos similares en "la Pradera", frente a La Garantía de Río Abajo– premiado por la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA)– y otras en Altos del Golf. La arquitecta Marta de Álvarez diseñó otro magnífico conjunto en Avance uno. El arquitecto Humberto Morán también diseñó buenos conjuntos. Con el arquitecto Raúl Figueroa realicé 20 viviendas adosadas en la Carrasquilla, también premiadas por la SPIA. Siento no recordar el aporte de otros creativos colegas en este funcional esquema.
El Ministerio de Vivienda también hizo viviendas adosadas en Juan Díaz, y el Seguro Social construyó para su personal médico y de enfermeras, el conjunto Las Cumbrecitas, en la Transístmica que tuvo una magnífica acogida por sus adquirientes. En Altos del Golf otros arquitectos levantaron buenos proyectos de viviendas adosadas en terrenos con poco frente y mucho fondo, donde viven con felicidad, profesionales y empresarios de éxito. En fin, la vivienda adosada ha venido recuperando el papel destacado en el buen aprovechamiento del terreno, la intimidad de los espacios interiores y la mayor dificultad para la acción de los ladrones de Panamá.
El autor es asesor de los compradores de vivienda e inversionistas.
