OPINIÓN. La arcilla es un material que predomina en los suelos de nuestro país. Al aprovechar tan noble y barata materia prima, hemos logrado una larga experiencia en la confección de productos que satisfacen muchas de nuestras necesidades. Los más conocidos: vasijas, adornos múltiples, tinajas para la conservación de líquidos o siembra de plantas ornamentales, ladrillos, tejas que brindan gran frescura a nuestras viviendas y ahora, afortunadamente, bloques de arcilla para nuestros edificios.
Estos bloques llevaban varios lustros desaparecidos de nuestro panorama, desde el cierre de las empresas que producían tejas, ladrillos, bloques de arcilla, azulejos y baldosas de arcilla.Los bloques de arcilla brindan variadas ventajas sobre los de cemento: son 40% más livianos, lo que ahorra peso a las estructuras y costos en el ascenso de los materiales, notablemente menos absorbentes del calorcito con que la naturaleza nos distinguió y, lo que es mucho más importante y debe darnos gran satisfacción, su uso reduce en cantidades apreciables la extracción de arena de nuestras castigadas playas, actividad que ha producido daños ecológicos tal vez irreparables y que se notan en las playas de Punta Chame, con angustiosos descensos de los niveles de arena.Siento preocupación porque infortunadamente nuestros constructores no se preocupan por la adecuada colocación de los bloques de arcilla, pese a artículos publicados sobre las ventajas de rendimientos que se logran con la instalación de los bloques con los huecos en posición horizontal, que ofrece a las estructuras mayor estabilidad, menor consumo de mezcla y mayor adherencia del repello por las ranuras que trae el bloque.
En resumen, mayor productividad. Este tema de la productividad parece importarle muy poco a los contratistas nuestros, contrariamente al interés que el tema despierta en los países del sur.Debo confesar que también, por unos 20 años, estuve construyendo con bloques de arcilla, colocándolos boca arriba, sin advertir que trabarlos por mitad, o sea al colocar la segunda hilada de cada pared, de manera que cada nuevo bloque descansara por mitad sobre dos bloques de la línea inferior, por lo menos la mitad caía por los huecos y el resto se desperdiciaba casi íntegramente, al no coincidir las divisiones del bloque superior con las de la primera hilada.La colocación de la mezcla sobre los bordes de las divisiones terminaba siendo un acto de malabarismo del albañil.
Lástima que en nuestro país no se encuentre popularizado el uso de los ladrillos en las construcciones. Este noble material es un producto que requiere escaso mantenimiento.
La arquitectura colombiana, que ha sido alabada internacionalmente por su gran calidad, se caracteriza por el uso abundante de este valioso recurso que les permite mantener una hermosa presentación y apariencia en sus edificaciones, en contraste con nuestros inmuebles que, al poco tiempo de haber sido pintados, presentan un aspecto de descuido y suciedad, que resta vistosidad a nuestras ciudades.Ojalá los fabricantes de ladrillos los produjeran en masa, esto permitiría abaratar su precio y los haría más atractivos para el mercado panameño.Por supuesto que los promotores de los bloques de arcilla tienen su propia mentirita: ¡Son hasta ocho grados centígrados más frescos! No crea todo lo que oye.
El autor es arquitecto y asesor de compradores de vivienda y de inversionistas.
