Cualquier medicina contra esta enfermedad resultará muy amarga. Las políticas antiinflacionarias suelen provocar disminución en las rentas, pero unas inciden más sobre las rentas del capital mientras que otras parecen cebarse especialmente en las rentas del trabajo.
La política de controles directos parece inspirada en los edictos de los emperadores romanos "prohibiendo" que suban los precios. A corto plazo pueden tener un cierto efecto, pero si no se corrigen las causas o los desequilibrios subyacentes, en cuanto se levanten los controles la inflación resurgirá con más fuerza. En cualquier caso, el control directo sólo puede ser una medida a corto plazo; si se prolongase en el tiempo aparecería el mercado negro y se provocarían distorsiones en la producción, con lo que el remedio podría ser peor que la enfermedad.
La política de rentas consiste en establecer límites al crecimiento de sueldos, salarios y beneficios. Pero si los sueldos y salarios son muy fáciles de controlar, no se puede decir lo mismo de los beneficios, por lo que esta política suele conducir a pérdidas de la capacidad adquisitiva exclusivamente para los trabajadores.
La política cambiaria puede ser utilizada también en la lucha contra la inflación. Si se permite la libre importación de ciertos productos de forma que sean vendidos en el mercado nacional a un precio aproximadamente igual a los producidos en el interior se estará aumentando la competitividad interior, impidiendo las subidas de precios. Pero las consecuencias de esa política sobre el comercio exterior pueden ser graves: las subidas de precios interiores deteriorarán gravemente el equilibrio en la balanza de mercancías. La política fiscal antiinflacionaria exige recortes en los gastos públicos. La política monetaria requiere control de la oferta de dinero y altos tipos de interés. Sin embargo, la efectividad de estas políticas depende en gran medida de las previsiones de los agentes económicos.
Lo cierto es que la situación de aumento de la inflación es viable para Panamá, sobre todo por la tendencia inflacionaria de la economía norteamericana.
