El presidente de Samsung Group, Lee Kun Hee, encomia las normas empresariales, la gestión honrada y la transparencia contable en su "mensaje del jefe ejecutivo" colocado en la página web de la compañía.
"Si somos descuidados en la ejecución de nuestros planes o nos contentamos con lo que hemos logrado hasta la fecha, podríamos fácilmente caer al fondo en un instante", escribe el directivo de 66 años, que ha encabezado el mayor conglomerado, o chaebol, de Corea del Sur por veinte años.
Si bien el encausamiento de Lee la semana pasada, por presunto incumplimiento del deber y evasión de impuestos por 113 millones de dólares, supuso un revés para su campaña en pro de la ética empresarial, el anuncio de este martes en el sentido de que él y otros altos ejecutivos de Samsung dimitirían ha puesto en peligro algo aún más importante.
El modelo mismo de los chaebol - -que han sido criticados como una red cerrada, aun cuando han hecho grandes inversiones en la economía-- puede estarse deshaciendo, según algunos analistas.
El anuncio es una señal de que se avecina "el fin de la era de los amos del universo", dice Tom Coyner, que asesora a inversionistas extranjeros en Corea en su calidad de director general de Soft Landing Consulting Ltd., de Seúl. "La renuncia del presidente Lee Kun Hee es inusitada".
La importancia de Samsung en la economía nacional es enorme. Sus 59 filiales -encabezadas por Samsung Electronics Co., el mayor fabricante asiático de teléfonos móviles, chips y televisores- representaron cerca de un 18% del producto interno bruto de 888 millones de dólares registrado por Corea del Sur en 2006. Ahora se halla en duda la gestión del grupo que ha guiado la estrategia de los chaebol por decenas de años.
