El Metro de Panamá ya tiene apellido: Koplowitz. Y aunque todavía no suene mucho, este nombre asquenazi es el motor histórico de la empresa española FCC, que participará en su construcción.
Empresa de familia a la más tradicional usanza —trabajo y tesón, por parte de padre, y alcurnia, relaciones y capital por parte de madre— Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) es hoy la hija única y heredera de dos líneas de negocio centenarias.
Cuando se fusionaron, en 1992, Fomento de Construcciones S.A., y Construcciones y Contratas, FCC se convirtió en la primera empresa en tamaño y rentabilidad de su sector de interés.
Además de constructora, FCC gestiona residuos y alcantarillados, tratamiento de aguas, mobiliario urbano, cementos, generación de energía, handling de aeropuertos, logística y sistemas de aparcamientos, entre otras actividades.
De arraigada presencia en España, desde sus dos polos de desarrollo urbano, Barcelona y Madrid, su temprana vocación internacional se manifiesta ya en 1979, con el desarrollo de un proyecto de interconexión en Líbano, y se afianza en la década de 1980 en Iberoamérica, Portugal, Francia y el Reino Unido, hasta convertirse en esta última etapa de crisis europea en la puerta de emergencia de una compañía bien engrasada.
En la planilla de FCC, a diciembre 2008, había 93 mil 510 personas de empleo directo, 10 mil 964 titulados medios y superiores, 6 mil 216 como personal de estructura y 87 mil 294 de producción.
En España se han encargado ya de la total construcción y explotación del metro de la ciudad costera de Málaga, con un tráfico anual de 17 millones de usuarios y de la moderna red de ampliación del Metro de Madrid hacia los municipios del sur de la capital (Metrosur).
Además de ampliaciones y modernizaciones en Madrid y Barcelona y proyectos internacionales en Singapur, Nueva Delhi y Atenas.
Su más reciente exhibición de grandeza fue la construcción e instalación del dique flotante más grande del mundo, un “buque” de hormigón de doble casco de 350 metros de largo que atravesó mil 500 kilómetros por el Mediterráneo desde Algeciras hasta Mónaco, donde se ancló frente al puerto de la Condamine.
Compitió en su momento por el proyecto estrella de la ampliación del Canal, las nuevas esclusas, y luego por los trabajos de ampliación del cauce, que sí obtuvo y se quedó por más.
Con Odebrecht hará buena la principal promesa electoral de Ricardo Martinelli, un metro en una ciudad de transporte público caótico e insuficiente que lo necesita, según el propio presidente, “para mañana mismo”. Tienen tres años y dos meses para hacerlo.