167 mil millones de dólares, ¿se parece a la cifra de los ingresos de su servicio de correos? Si fuese japonés, tendría que decir que sí.
Con 3 billones (millones de millones) de dólares en activos, el Servicio Postal de Japón es la institución financiera más grande del planeta, opacando los 2.2 billones de dólares en activos totales de Citigroup.
Y es que este gigante es más que una empresa de correspondencia y mensajería. De ella creció una entidad financiera, que a través de sus estafetas de correos ofrecía productos financieros para el ahorro, así como seguros de vida.
Así, hoy día, recoge el 30% de todos los depósitos en Japón ya que había un incentivo para que los ciudadanos colocaran sus fondos en cuentas que generaban bajos intereses ya que estarían "garantizados por el estado" y además, cuenta con 40% de todas las pólizas de vida, según cifras de The Economist.
La institución tiene también 25 mil sucursales o estafetas de correo y 260 mil funcionarios, un tercio de todos los empleados del Gobierno japonés.
Privatización
Hace dos años, el pasado 1 de octubre de 2005, Junichiro Koizumi, ex primer ministro de Japón, logró la ratificación de una serie de proyectos de ley que conducirían a la privatización de esta institución. Para él, sería la reforma más grande del país en más de 100 años y el objetivo central de su administración, luego de servir durante varios años como ministro de Telecomunicaciones y Correos.
La iniciativa del proyecto surge debido a que los Servicios Postales de Japón invierten los ahorros de los depositantes, principalmente, en deuda del Estado.
De hecho, el 79% de sus activos (2.3 billones de dólares) está en bonos estatales y municipales de Japón, lo que significa que el Servicio Postal mantiene en sus libros más del 20% de la deuda pública de Japón.
No es inusual que una institución financiera estatal invierta en bonos gubernamentales, pero la deuda pública de Japón representa el 176% del producto interno bruto (PIB) del país, de acuerdo a cifras de 2006 del CIA World Fact Book, convirtiéndolo en el segundo país más endeudado del mundo (después de Líbano). Como referencia, la deuda pública de Panamá representaba, a finales de 2006, 62.6% del PIB, según cifras del Ministerio de Economía y Finanzas.
Por tanto, explica Takashi Kondo, consejero de la Embajada de Japón en Panamá, "el motivo de su privatización es adecuar el nivel de deuda que tiene el Gobierno japonés".
Además, la institución cuenta con 260 mil funcionarios que por ley no pagan impuesto sobre la renta.
Inversiones
Este dinero fácil con que contaba el Gobierno japonés resultó un tesoro para que políticos realizaran inversiones inútiles.
De acuerdo a Koizumi, el hecho de que un número tan grande de ciudadanos mantuviera sus ahorros ahí, ha ocasionado que miles de millones de dólares se destinaran a proyectos menos productivos e ineficientes.
"Puentes que no iban a ningún lugar y carreteras que van al mismo lugar", dice Hiroko Tabuchi, de Associated Press sobre las las inversiones que se realizaban con estos fondos. "Construyeron autopistas sin tener circulación de autos y con carteles inútiles", acotó Kondo.
"El banco postal tenía funciones de recaudar los recursos de los individuos, pero no tenía iniciativa de préstamos al sector privado. Siempre, era el gobierno quien absorbía el recurso de ahorros", explica, y con ello, un crecimiento exponencial de la deuda pública.
Pero dinero con tanta disponibilidad no escapaba de otra realidad. Muchas veces terminaba en operaciones que mal versaban los fondos. "Se rumoreaba que una parte de este gigantesco monstruo iba al destino corrupto", señala Kondo
Oposición
Como todo proceso polémico, había aquéllos que estaban en contra. Por ejemplo, a pesar de que el sector privado apoya la privatización de los servicios postales, dentro del sector bancario hay una gran aprehensión sobre el efecto que tendrá en el sector.
Desde su punto de vista, es un banco que empezará a competir con 25 mil sucursales, haciéndosele fácil la captación de fondos y clientes. Además, todavía cuenta con exoneraciones fiscales que lo aventajan en ciertos productos de seguros o bancarios.
"Había opiniones en contra, que decían que siendo un banco postal del sector privado, es demasiado grande, y eso perjudicaría la competencia en el sector privado al crear un riesgo de que estos quebrasen", señala Kondo.
Cambio de cultura
Hay además, un importante cambio que realizar en la cultura corporativa de la entidad.
Por ejemplo, el banco postal, que básicamente se dedicaba a invertir en deuda del Estado, ahora tiene planes de incursionar en préstamos hipotecarios y otras líneas de negocios más rentables. Sin embargo, ninguno de los analistas u oficiales de crédito existentes ha tenido la experiencia de manejar este nuevo tipo de riesgo.
Por otro lado, todavía existe mucha incertidumbre sobre como exactamente será el proceso de privatización.
Una de las concesiones que tuvo que dar el ex primer ministro Koizumi, fue permitir que el proceso de privatización culminara en 2017, fecha en la cual la empresa debía haberse vendido por completo al sector privado a través de una bolsa de valores.
En 10 años mucho puede pasar y muchos bancos y aseguradoras no están tan seguros que se podrá crear un campo de juego más justo. Por otro lado, este tiempo dará oportunidad a los administradores de las dos nuevas instituciones financieras, a que aprendan a manejar los nuevos productos financieros.
Debido a esta falta de experiencia, hay una preocupación genuina que estas unidades financieras nunca podrán generar una ganancia. "Se hace este banco, que tiene que competir con otros bancos privados para colocar préstamos", indica el consejero de la Embajada de Japón, "pero todavía no se sabe si esta institución puede sostenerse de esta forma".
Por lo pronto, el proceso es una realidad con el que se espera se de un nuevo dinamismo a la economía japonesa.
