ESTOCOLMO, Suecia (DPA). También en la fría Escandinavia, el lanzamiento físico del euro fue recibido con buenas notas. Pero, tras la exitosa introducción de la nueva moneda, las conclusiones entre daneses y suecos, que mantienen sus monedas, son diferentes.
Mientras en Suecia todo el arco político, desde el primer ministro Goran Persson hasta los más decididos euroescépticos reclamaban un inmediato plebiscito sobre su ingreso en la unión monetaria, en Copenhague reinaban la cautela y la expectación. Dinamarca se prepara, en la práctica, para la invasión de euros que traerán los turistas alemanes en el verano, pero el tema está ausente del debate político.
Persson aprovechó las creciente aceptación que el euro acapara desde el inicio del año para lanzar por primera vez la posibilidad de un referéndum poco después de las elecciones de mediados de septiembre. El socialdemócrata es un reconocido defensor del ingreso de Suecia en el euro, pero está limitado por la oposición a la moneda común en sus propias filas.
Esta vez, Persson elogió con vehemencia al euro como un proyecto de paz, y saludó la disposición alemana a sacrificar su símbolo de estabilidad, el marco, como un elocuente acto de solidaridad. La corona sueca recuperó terreno apenas comenzado el año ante la posibilidad de un plebiscito. El euro estará pronto entre nosotros, escribió el Svenska Dagbladet en su artículo principal. El Sydsvenskan de Malmo, critica la actitud de la dirigencia política sueca, que quería confirmar el éxito definitivo del euro antes de tomar una decisión: Es tiempo de que también Suecia tome riesgos.
