Pues qué tal, que va en aumento la corruptela. El vocablo, como saben ustedes, es sinónimo de corrupción. Además dice mi Vox - Diccionario General de la Lengua Española, que es una "mala costumbre o abuso, especialmente los introducidos contra la ley".
Sin embargo, he encontrado que en nuestro país, las palabras adquieren su propio significado, por lo que comenzaré a recopilar un "Glosario de terminología político-económica", o tal vez, un "Diccionario del Juegavivo". Digamos que "equiparación" podría significar "filantropía, al estilo inverso de Robin Hood".
Corruptela, por ejemplo, vendría a ser el material de las vestimentas que debe uno llevar cuando va a realizar negocios, ya sea en el sector privado o en el público, como cuando se equiparan contratos en que se regalan millones injustificadamente. Y la toga cándida, pues vaya, esto ocuparía varias páginas.
Sabemos que cuando los legisladores se visten de blanco hacen franca referencia a la nívea vestimenta utilizada por los senadores romanos, donde el blanco significa pureza, sencillez sin malicia ni doblez. Pero lo único inocente que tuvo la reciente sesión legislativa fue lo que sirvió de base a uno de los titulares de ayer, cuando monseñor José Dimas Cedeño confesó haber sentido vergüenza ajena. Yo también siento vergüenza, y me inquieta abrir el periódico - ejercicio necesario para escribir esta columna-, porque aunque se haga un esfuerzo por resaltar los esfuerzos de los hombres de bien, terminan sepultados bajo la corrupción, el dolo y el timo.
La timocracia, indica el Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, es el "gobierno en que ejercen el poder los ciudadanos que tienen cierta renta". Para Aristóteles, era un gobierno cuyo requisito indispensable era la posesión de propiedades y bienes, mientras que Platón, el idealista, la consideraba el gobierno por principios de honor. La dicotomía dimana del hecho de que en griego, timé significa "honor" al aplicarse a personas, pero al aplicarse a las cosas, significa "valor" o "precio".
Sin entrar al complicado problema de valor vs. precio, que sabemos que no son lo mismo ni se escriben igual (y que a veces, me parece, en las figuras públicas son inversamente proporcionales), tenemos otro factor: que aquí, por timocracia no se entienden las acepciones clásicas del término, sino la de timar, de origen incierto, que significa 1) quitar o hurtar algo con engaño, en el caso de los negocios, y que se decanta en quiebras fraudulentas como las de Enron, Worldcom y Adelag y 2), engañar a otro con promesas, en el caso de los funcionarios públicos electos a punta de promesas vacuas.
Finalmente, tendría que meter también, en el diccionario, el término "tanocracia" -que no aparece en los diccionarios, aunque debería-, del griego taphos, sepulcro, y cracia, gobierno. Ya sabemos que a las cabezas de los dos partidos principales están quienes han hecho carrera a cuestas de sendos muertos.